Por Yuriria Sierra
La mujer en el poder
“Éste es un día feliz para mí; pero también es un día que trae consigo pensamientos serios, pensamientos sobre la vida que se avecina con todos sus desafíos y con todas sus oportunidades. Declaro ante todos vosotros que toda mi vida, sea larga o corta, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de nuestra gran familia imperial a la que todos pertenecemos…”, palabras que se escucharon hace más de 70 años, Isabel se convertía en reina y se quedaría en el trono por tantísimos años, los suficientes para ver el avance, muchas veces lento, de las sociedades del planeta.
Ella, como una de las figuras de Estado más importantes de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI, enfrentó batallas que la posicionaron como una de las líderes más importantes de la historia moderna, por encima de personajes “todopoderosos” y del género masculino. Porque ella fue la mujer que todo lo vio y todo lo vivió, la que tomó decisiones a partir de la razón, y a pesar de ella. Porque fue una figura de Estado completa, sin complejos, a pesar de haber comenzado su reinado en un mundo que se resistía a identificar siquiera la bruma que impedía reconocer el capital social y político del género femenino.
Cuando Isabel II llegó al trono, apenas habían pasado cinco años desde que a las mujeres mexicanas se nos había reconocido el derecho a votar y ser votadas. Parece tan lejano, pero en realidad no ha pasado ni un siglo; pero gracias a la lucha de tantas en ese entonces, incluida Isabel II, es que el camino cada vez da más espacio para la participación de las mujeres. Nada le habría costado a la extinta reina ceder la corona para no enfrentar así las dudas y las resistencias por su presencia en un mundo dominado por los hombres. Pero se mantuvo ahí, tanto como nadie más. Durante las primeras horas tras su muerte, ciudadanos británicos se han acercado al Palacio de Buckingham, me quedo con el mensaje de uno: “pasarán al menos dos generaciones para que veamos a otra reina…”.
Y es que, así como ella, hemos visto en estas siete décadas a otras líderes, en todos los niveles estratos y escenarios, que toman las riendas a pesar de escuchar mil y un veces que las mujeres no estamos preparadas para gobernar, liderar o ser cabezas de equipo. Aun en el siglo XXI, en pleno 2022 y con el tanto aprendizaje de la lucha feminista y las deficiencias de sistemas patriarcales, hay quienes consideran que no debemos estar al frente. A esos que tienen dudas, tan sólo volteen a ver el ejemplo de Isabel II y sus setenta años de mandato, revisen la conmoción que ha generado entre todos los ciudadanos británicos, mujeres y hombres, en un país en donde no hay complejos y en un mundo que aún se aferra a ellos.