Por Pascal Beltrán del Río
La carrera espacial acaba de calentarse
Justo cuando la NASA estaba ajustando la fecha de lanzamiento de su misión Artemis 1 —primera fase del Programa Artemisa, con el que el ser humano regresará a la Luna en 2025—, China dio el banderazo de salida a lo que podría ser una nueva carrera espacial, como la que protagonizaron Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas de los años 50 y 60.
En un comunicado conjunto, el viernes pasado, las agencias chinas responsables de la exploración del espacio y del desarrollo de la energía nuclear dieron a conocer que, luego del estudio de una muestra de suelo lunar traída a la Tierra por su misión robótica Chang’e 5, existe una concentración suficiente de helio-3 —un isótopo ligero del elemento químico helio— para que sea rentable minarlo en la superficie del satélite.
¿Cuál es la importancia del helio-3? La posibilidad de usarlo para generar energía mediante la fusión nuclear, una tecnología que no ha sido desarrollada del todo, pero, que, en teoría, permitiría producir 165 megavatios hora por cada gramo. Es decir, con un gramo de este isótopo se podría iluminar durante una hora alrededor de 55 mil viviendas. Y hacerlo sin riesgo de accidentes ni contaminación ambiental y sin tener que disponer de peligrosos desechos radiactivos.
La fusión nuclear ocurre de manera recurrente en el espacio. La energía del Sol y las estrellas resulta del proceso de fusión de átomos de hidrógeno. Normalmente, la fusión es imposibilitada en la Tierra por las fuerzas electrostáticas que impiden que los núcleos cargados positivamente puedan acercarse lo suficiente para colisionar. Eso se evita con el uso del helio-3, por sus propiedades fisicoquímicas únicas. De hecho, es el único isótopo estable de cualquier elemento que tenga más protones que neutrones.
El problema del helio-3 es que es escasísimo en nuestro planeta. En la atmósfera se encuentra en concentraciones de 7.2 partes por billón. Eso hace que tenga que fabricarse en laboratorio y que un gramo de helio-3 cueste unos 17 mil 500 dólares. En cambio, el Sol lo genera como producto de su nucleosíntesis y es transportado por el espacio por los vientos solares. Una parte mínima se queda en la Tierra, que está protegida por su campo magnético, pero, al carecer la Luna de atmósfera, se han depositado en ella enormes cantidades del isótopo.
Las muestras de suelo lunar que trajo de regreso la misión china Chang’e 5, a fines de 2020, fueron las primeras en estudiarse desde que volvió a la Tierra la sonda soviética Luna 24 en 1976. Además de descubrir un mineral —un cristal fino como un cabello, que ha sido denominado changesita—, se encontró una concentración importante de helio-3 en el suelo del volcán extinto donde se posó el explorador.
Se calcula que la superficie lunar podría contener más de un millón de toneladas del isótopo, lo que representa una fortuna, monetariamente hablando. En términos del progreso de la humanidad, podría ser un reemplazo para los combustibles fósiles. De acuerdo con el geólogo chino Ouyang Ziyuan, experto en materiales extraterrestres y jefe del programa de exploración lunar de su país, bastarían tres alunizajes al año para traer suficiente helio-3 y dotar de energía a toda la humanidad.
Con la colaboración internacional adecuada, el descubrimiento podría ser la solución al calentamiento global. Pero, si se impone la avaricia, podría desatar una explotación frenética que recuerde a la fiebre del oro, pues varios países, además de Estados Unidos y China, sin contar a empresas privadas, tienen la mira puesta en la Luna y capacidad técnica de alcanzar su superficie.
BUSCAPIÉS
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