Ser mujer y madre ha sido central en el discurso de Giorgia Meloni, la política de extrema derecha que probablemente se convertirá en la Primera Ministra de Italia tras las elecciones de mañana.
En una ocasión se postuló para Alcaldesa con siete meses de embarazo porque dijo que hombres poderosos le habían dicho que no podía. Su discurso más famoso incluye la frase “Soy mujer, soy madre”. Frecuentemente habla con orgullo de cómo inició un partido, Hermanos de Italia, y llegó a lo más alto de la política sin ningún trato especial.
Pero a pesar de lo felices que están las activistas de los derechos de las mujeres por el hecho de que una mujer finalmente pueda gobernar Italia, muchas desearían que fuera esencialmente cualquier otra. Temen que la agenda de extrema derecha de Meloni, su discurso sobre la prevención de abortos, la oposición a las cuotas y otras medidas hagan retroceder la causa de las mujeres.
“No es una ganancia en absoluto. De hecho es un posible retroceso desde el punto de vista de los derechos de las mujeres”, expuso Giorgia Serughetti, quien escribe sobre asuntos de mujeres y enseña filosofía política en la Universidad de Bicocca en Milán.
Más que en los países vecinos de la UE, las mujeres en Italia han luchado por emerger en la sociedad tradicionalmente patriarcal de la nación. Las mujeres dirigen sólo un pequeño porcentaje de las compañías que cotizan en la bolsa de valores de Milán, y hay menos de 10 mujeres rectoras en las más de 80 universidades de Italia.
Y para muchas italianas encontrar un equilibrio adecuado entre el trabajo y la vida se vuelve casi imposible una vez que los niños entran en la ecuación. El cuidado infantil público asequible y de jornada completa no existe en muchos áreas, y las mujeres pagaron el precio más alto durante la pandemia de Covid-19, quedándose en casa incluso después de los periodos de confinamiento cuando las escuelas seguían cerradas.
Todos los indicadores nacionales e internacionales sugieren que si las mujeres en Italia trabajaran más, el PIB se beneficiaría y aumentaría en gran medida.
“La mitad de las mujeres italianas no tienen independencia económica”, dijo Linda Laura Sabbadini, directora de nuevas tecnologías en el Instituto Nacional de Estadística de Italia.
“Eso no puede ser sólo cultural; la política claramente no ha hecho suficiente por las mujeres hasta ahora”.
Meloni se ha presentado como alguien que ayudará, pero en temas clave para las mujeres, la coalición ha sido vaga. Un socio de la coalición, Matteo Salvini, del partido antiinmigrante la Liga, es admirador de Viktor Orban, el Primer Ministro conservador de Hungría, y de sus políticas familiares. El líder de la Liga recientemente dijo que Orban había redactado “la política familiar más avanzada” dando “los mejores resultados a nivel europeo”.
Orban ha alentado a las madres húngaras a procrear prolíficamente para contrarrestar la caída en la tasa de natalidad. Este mes, el Gobierno húngaro adoptó un decreto que requeriría a las mujeres que buscan abortar observar los signos vitales del feto antes de continuar con el procedimiento.
Han surgido preocupaciones en Italia de que la coalición de Meloni pudiera dificultar que las mujeres aborten en un país donde el procedimiento ha sido legal desde 1978 pero aún es muy difícil de acceder.
Cuestionada sobre esa ley, Meloni, quien ha dicho que su mamá casi la aborta, prometió en una entrevista que “no la cambiaría” y que el aborto seguirá siendo “accesible, seguro y legal”. Pero añadió que quería aplicar de manera más completa una parte de la ley “sobre la prevención”, que, apuntó, había sido efectivamente ignorada hasta ahora.
Los críticos temen que ese enfoque permitiría que las organizaciones antiaborto desempeñen un papel más destacado en las clínicas de planificación familiar y animen a más médicos a evitar el procedimiento. Sólo alrededor de 33 por ciento de los doctores realizan abortos legales en Italia.
Laura Lattuada, una actriz en Roma, señaló que estaba preocupada de que la ley del aborto pudiera ser socavada con Meloni en el poder.
“Ella constantemente dice que la quiere mejorar, pero no estoy segura de que su concepción de proteger a la mujer y a la familia se corresponda con la mejora de los derechos de las mujeres”, comentó.
El aborto no es el único tema que ha puesto a pensar a las activistas. Italia introdujo y ha ampliado progresivamente las llamadas cuotas rosas, un porcentaje obligatorio de representación femenina en la política y los directorios de empresas. Muchas mujeres dicen que las cuotas en política reflejan mejor a la población, mientras las cuotas en las compañías dan a las mujeres igualdad de acceso a trabajos mejor pagados. También dan a las mujeres una mayor visibilidad, sostienen.
Meloni está en contra de las cuotas. Argumenta que como mujer subió en la escala política por su cuenta y ahora está lista para gobernar el país. Señala que ella es prueba de que las mujeres no necesitan la interferencia del Gobierno para imponer la diversidad.
Se espera que alrededor de 25 por ciento de las mujeres italianas que irán a las urnas mañana emitan su voto por Meloni, aunque las encuestadoras han fallado en preguntar a las mujeres si su género fue un factor en su voto.
