Lo que vivieron la noche de este miércoles la escritora mexicana Elena Poniatowska y la poeta uruguaya Ida Vitale fue casi un encuentro histórico: dos ganadoras del Premio Cervantes conversando en una misma mesa de diálogo, evocando sus pasos.
Las autoras, de 90 y 98 años, respectivamente, revivieron dentro de la Feria Internacional del Libro de Monterrey múltiples recuerdos ante un auditorio lleno durante la charla “Escribir a los noventa”.
“Yo no tengo la menor pretensión de haber cambiado el mundo porque ni siquiera me he cambiado a mí. Soy la misma desde hace años”.
Elena Poniatowska Escritora
“(Vivir en México) fue una experiencia muy linda. Fueron años de una enorme felicidad inolvidable y que nunca agradeceré lo suficiente”.
Ida Vitale Poeta
“Pese a haber vivido muchos años en México”, compartió Vitale casi al inicio, “no había tenido la oportunidad de tenerla a mano (a Poniatowska), y ahora agradezco infinitamente que se haya venido acá”.
A lo que la mexicana respondió, casi de forma inmediata: “Así como nos ven a nosotras dos, de veras: casi tenemos entre las dos 200 años. ¡Son muchos años! ¡200 años!”, dijo la también periodista, serena y afable.
Ambas llegaron juntas al lugar, que ya estaba lleno de lectores que se pusieron de pie para ovacionarlas en cuanto las vieron entrar. Había niños, jóvenes y adultos, quienes durante todo el conversatorio se mostraron cautivados por las autoras.
Moderado por Ana Laura Santamaría, directora de la Cátedra Alfonso Reyes, el diálogo se convirtió en un espacio para que las dos figuras conversaran con libertad sobre sus relaciones intelectuales, incluso de sus parejas: el poeta Enrique Fierro, de uruguaya, y el astrónomo Guillermo Haro, de la mexicana.
Poniatowska no abandonó su rol de periodista y tomó el control de la conversación en distintas ocasiones para preguntarle a Vitale sobre sus experiencias, como su época en México, donde vivió por 11 años tras exiliarse de Uruguay por la dictadura militar en 1974.
“Tuve la suerte de venir a México, donde aceptaron a una persona más”, recordó la integrante de la Generación del 45 y autora de Reducción del infinito.
“Fue una experiencia muy linda. Fueron años de una enorme felicidad inolvidable para mí y que nunca agradeceré lo suficiente”.
La última vez que la poeta estuvo presente en Monterrey fue cuando recibió el Premio Alfonso Reyes 2015, en la Capilla Alfonsina de la UANL. Sin embargo, destacó, que desde que llegó al País por primera vez siempre ha estado aquí.
“Uno siente que cuando sale de Uruguay, sale al mundo”, apuntó. “En México, no es necesario mirar para afuera, sino simplemente mirar para atrás y ya encuentra con qué abastecerse”.
Haciendo referencia a un pasaje de Hamlet, Santamaría les preguntó en qué sentido consideraban que han dejado el mundo un poco menos chueco de cómo lo encontraron.
Con modestia, Poniatowska aseguró que no lo ha hecho en absoluto.
“Yo no tengo la menor pretensión de haber cambiado el mundo porque ni siquiera me he cambiado a mí misma mucho”, confesó la autora de Hasta no verte Jesús mío y La noche de Tlatelolco.
“Soy la misma desde hace años, creo que todavía soy menos sabia de lo que era cuando tenía 20 años.
“Lo único que quisiera es mejorarme a mí misma. Lo único que les voy a decir es que les tengo tanto respeto que no puedo contestar esa pregunta”.
Una de las asistentes les preguntó qué consejo le darían hoy a las jóvenes que comenzaban a escribir. Y Poniatowska fue contundente: “No te dediques tanto al periodismo”.