Para narrar el primer tramo de su vida intelectual, así como las tradiciones que lo formaron y los autores que lo inspiraron, el historiador Enrique Krauze eligió un formato que, para sus lectores y amigos, es por demás representativo de su obra: la conversación.
Así, a partir de una serie de charlas a profundidad con el intelectual español José María Lassalle, el libro Spinoza en el Parque México (Tusquets), presentado este martes en El Colegio Nacional, retrata a su autor a partir del método que ha privilegiado para acercarse a la biografía y a la historia.
«El gran hilo de su formación intelectual (de Krauze) es, precisamente, una serie de conversaciones, encuentros, charlas, lecturas, polémicas: sólo en diálogo crece la razón abierta«, expuso el ensayista Jesús Silva-Herzog Márquez ante un auditorio lleno donde figuró entre el público el empresario Carlos Slim.
Esta «escritura a cuatro manos», no obstante, no resta intimidad al autorretrato de Krauze, quien narra su vida desde la infancia más temprana, como hijo de una familia de judíos polacos en el México de finales de los años 40, hasta sus primeros años como historiador, intelectual público y polemista.
«Contra la soberbia de quien se imagina su propio autor, Enrique Krauze honra su tradición, o más bien, las muchas tradiciones a las que pertenece», elogió Silva-Herzog Márquez.
«En la edificación de su conciencia puede escucharse la palabra del abuelo, la experiencia del padre, el sufrimiento de los tíos; puede leerse la huella de sus filósofos, la estampa de sus novelistas, las vida de sus biografiados«, abundó.
El libro toma su nombre, según confesó el propio Krauze en la presentación, no sólo del recuerdo de su abuelo, Saúl Krauze, disertando en voz alta sobre la obra del filósofo Baruch Spinoza en una banda del Parque México, sino de un poema, jamás publicado, que le escribió tras su muerte.
«Escribir un libro también es una novela. Llegué, después de poner el punto final, al final de esa etapa. Lo traía larvado, tenía el libro dentro de mí, había escrito ese poema a lápiz a los pocos días de su muerte y era ya el trazo, el esquema, de este libro», ponderó el autor, quien este año cumplió 75.
Para el historiador Javier Garciadiego, el libro revela que en Enrique Krauze conviven muchos intelectuales distintos.
«Además del principal historiador del México moderno y contemporáneo, un agudo analista político y un notable crítico cultural que igual destaca en la redacción de monografías históricas que en la de un ensayo, cualquiera que sea su extensión», aquilató.
«Más aún, nos muestra a un hombre de doble personalidad: práctica y humanística«, expuso.
Como sus empeños prácticos, constructivos, citó su trabajo como formador de empresas culturales como la revista Letras Libres, heredera de Plural y Vuelta, y la productora Clío.
«Una de las características que con mala fe se le ha regateado a Enrique es que toda la obra de Enrique, como empresario cultural, como historiador, como biógrafo, como editor de revistas y de televisión cultural, ha sido una obra constructiva para la democracia en México«, concordó el crítico literario Christopher Domínguez Michael.
Por otro lado, la poeta y ensayista Malva Flores destacó la identificación con la figura de Baruch Spinoza.
«(De Spinoza) tomó las armas de su vida intelectual: el debate racional, la tolerancia, la libertad de pensamiento y expresión«, exaltó.
Spinoza, se dijo también, forma parte del grupo de judíos heterodoxos, como el poeta Heinrich Heine y el filósofo Karl Marx, a quienes, según expone Krauze en el libro, les debe una biografía.
Estos apellidos, junto con otros muchos, forman, a decir del historiador Rafael Rojas, una «constelación extraordinaria» que revela el liberalismo por el que aboga Krauze.
«¿Cómo resumir, entonces, el alegato de Enrique Krauze, en estas memorias eruditas, apasionadas, entrañables? Me inclino por la hipótesis de que se trata de una apuesta por el liberalismo como corriente doctrinal permeable, abierta a cauces de muy diversa estirpe y cadencia ideológica: el judío y el socialista, el marxista y el católico, el anarquista y el libertario», celebró Rojas.
Con todas sus conversaciones, expuso Jesús Silva-Herzog Márquez, Spinoza en el Parque México es un libro de gratitud.
«Nadie se hace a sí mismo, y menos el hombre de reflexión. Quien lee y escribe reconoce los regalos de la charla, la lectura, el ejemplo, la réplica que ha recibido de sus parientes, de sus libros, de sus adversarios: sólo el hombre libre sabe ser agradecido, agregaría Spinoza en su Ética«, recordó el ensayista.
Así lo hizo también saber Krauze al despedirse de la audiencia de El Colegio Nacional: «Se siente muy bien, créanme ustedes, llegar a los 75 para usar, antes que ninguna otra palabra, la palabra ‘gracias'».