La mexicana Dalia Ramos fue la pieza que la escudería Alpine estaba buscando en su reestructuración.
Un auto de colección que le regaló su papá y el deseo de estudiar una carrera en la que estuviera involucrada la tecnología la llevaron hasta la Fórmula Uno.
“Cuando yo era chiquita, mi papá me regaló un carro de colección a mí y a mi hermana. El carro yo aún lo conservo, es algo que me encantó y se quedó muy grabado en mi de algo que quería a llegar a ser en mi vida. Siempre me llamaron la atención los autos y siempre estuve interesada en estudiar algo donde hubiera tecnología, innovación, donde pudiera cambiar y dejar mi huella de alguna manera. La ingeniería mecatrónica representaba un reto muy grande y por eso me llamaba más la atención”, recordó la capitalina en entrevista con CANCHA.
Antes de estar a cargo del departamento de Build and Test de Alpine, Dalia estuvo involucrada en el campo aeroespacial con Rolls-Royce.
“Básicamente (lo que hago con Alpine) es todo el ensamblaje mecánico del auto, toda la parte interna, la caja de velocidades, el sistema de gasolina, los frenos, el sistema hidráulico y tengo a mi cargo el pre ensamblaje que es toda la parte del chasis, los alerones, las pruebas que le hacemos al auto para asegurarnos de la integridad de los componentes, la homologación de la FIA”, expresó Ramos.