Habían pasado casi tres años de la muerte del jefe revolucionario de la División del norte y sus restos descansaban en la tumba 632 del panteón Dolores en Hidalgo de Parral en Chihuahua, cuando un grupo de desconocidos esperaron la oscuridad de la noche para irrumpir en el campo santo.
Estos portaban picos y palas, tratando de mantenerse sigilosos para evitar ser descubiertos cuando profanaban la tumba de Francisco Villa.
En menos de una hora habían llegado al ataúd del héroe revolucionario, el cual fue destrozado para después terminar los restos ante la intemperie, siendo su cabeza arrancada de tajo aparentemente con un hacha.
Uno de los profanadores resultó herido y tomó trozos de algodón para limpiar su sangre, los cuales fueron arrojados en un costado del sepulcro para después emprender la huida, dejando un rastro de pisadas en el lodo.
Al día siguiente, la noticia se propagó en todo el estado de Chihuahua y las autoridades iniciaron las investigaciones para tratar de dar con el paradero del responsable del robo de la cabeza del general Francisco Villa.
Emil Holmdhal, norteamericano que se hizo pasar por minero, fue el principal sospechoso, pues se le encontró un hacha, varios picos y palas, además de que presentaba una herida en su mano, por lo que fue arrestado pero el poderoso poder del norte hicieron presiones al gobierno de Álvaro Obregón para que lo dejaran en libertad, alegando que no existían pruebas para inculparlo.
Ese mismo día, Emil Holmdhal emprendió la huida a su país y se refugió en el estado de Connecticut, en donde presuntamente vendió la cabeza a la universidad de Yale, terminando en manos de la sociedad secreta Skull and Bones, quienes presuntamente la utilizaban en sus rituales.
Otra versión señala que el general Arnulfo Gómez encontró un cartelón en donde William Randolph Hearst, pretendía cobrar venganza por el ataque sufrido por parte de Villa en el poblado de Columbus en Nuevo México y ofreció la cantidad de 50 mil dólares a quien entregara su cabeza.
La ambición lo motivó a cortar la cabeza y posteriormente llevarla al “gringo” quien al final le ofreció solo 10 mil dólares, precio que no fue aceptado por el militar, quien tomó la decisión de sepultarla en un camino entre Parral y Salaices, para evitar ser descubierto por las autoridades.
Tras cometerse la profanación de la tumba, Austreberta Renteria Viuda de Villa, decidió exhumar su cuerpo de manera secreta y lo depositó en la cripta de su familia ubicada en la tumba 10 del mismo panteón, quedando un recibo ante el registro civil como prueba que dice “La señora Austreberta Renteria Viuda de Villa, entregó a la Tesorería General del Estado, la cantidad de doce pesos por pago del derecho perpetuo en el sepulcro donde está el cuerpo del general Francisco Villa, sepultado en la fosa 10 del panteón de Dolores. Hidalgo de Parral Chihuahua. A 20 de abril de 1931. El juez del registro civil, C. Carlos Ávila”
Días después, el primer sepulcro fue ocupado por una ciudadana norteamericana quien falleció por causas naturales, terminando su lápida fuertemente protegida, pues el gobierno de Chihuahua tomó la decisión de colocar una loza de cemento al encontrar nuevamente la tumba abierta y el cuerpo de la dama sin cabeza, para evitar nuevamente su profanación.
Se aproximaban las celebraciones del inicio de la Revolución Mexicana en 1976 y el gobierno federal decidió reunir a cada uno de los caudillos en un solo sepulcro, por lo que 17 de noviembre de 1976 nuevamente la tumba 632 fue abierta y las autoridades aseguraron que el cuerpo pertenecía a Doroteo Arango, aunque el cuerpo vestía telas de encaje, botones de ropa de mujer y un rosario en la mano.
Debido a que el festejo se aproximaba, decidieron trasladar dicho cadáver y fue depositado el 20 de noviembre de 1976 en el mausoleo del monumento de la Revolución Mexicana, en donde se le rindieron honores junto a los demás héroes.
Han pasado 94 años desde la muerte del general y hasta el día de hoy, cada 20 de noviembre se realizan homenajes a una mujer norteamericana que ha tomado el lugar de uno de los revolucionarios más emblemáticos de nuestro país, mientras que los restos del jefe de la división del norte aún reposa sin cabeza en la cripta 10 del panteón Dolores en Hidalgo de Parral, en Chihuahua.
