Yuriria Sierra
Paren el mundo…
Aunque mal perdedor, Bolsonaro ha dado luz verde a la transición de gobierno con el equipo de Luiz Inácio Lula da Silva.
Hace unos días, Joe Biden pidió a los ciudadanos a no bajar la guardia, que se movilicen y acudan a votar. En la víspera de la elección del próximo martes, en donde se jugarán posiciones en el Congreso, el presidente de Estados Unidos sabe que el fantasma trumpista está ahí, más vivo de lo que desearía, ni las investigaciones ni los asuntos pendientes que el expresidente republicano tiene con el aparato judicial, han mermado su intención de figurar en el espectro político de su país. Por el contrario, hace unos días, la polarización dio otro ejemplo de sus peligros, el ataque al esposo de Nancy Pelosi, claro ejemplo de que ningún fuego se ha calmado y dependerá de los resultados de los comicios si ese incendio se apaga o se atiza: “Esta violencia contra los demócratas, los republicanos y los funcionarios no partidistas que sólo hacen su trabajo es la consecuencia de las mentiras contadas por el poder y el beneficio, las mentiras de la conspiración y la malicia, las mentiras repetidas una y otra vez para generar un ciclo de ira, odio, vitriolo e incluso violencia…”, declaró Biden en alusión a la escalada que no se detuvo desde el asalto al Capitolio en enero de 2021.
Mientras esto ocurre al norte de nuestra frontera, muy al sur del continente otro fantasma, Jair Bolsonaro, ha sido menos pendenciero que Donald Trump. Aunque mal perdedor, porque no se ha atrevido a reconocer expresamente su derrota, ha dado luz verde a la transición de gobierno con el equipo de Luiz Inácio Lula da Silva. Pero su figura ha sido motivo de protestas y bloqueos carreteros que no cesan, a pesar de los llamados del mismo Bolsonaro. Encendió los ánimos y ahora su voz ya no alcanza para apagarlos.
Del otro lado del mundo, las Coreas han escalado su añeja tensión. Misiles balísticos salen desde el norte, el sur responde. Insisten en sus pruebas, reiteran sus reacciones. Y esto se suma a la tensión nuclear, ya de por sí elevada: “Estamos convencidos de que en la actual situación, compleja y turbulenta, provocada por acciones irresponsables y groseras que apuntan a dañar nuestra seguridad nacional, la tarea prioritaria es evitar el choque militar directo entre potencias nucleares…”, afirmaron, desde Rusia, en esos llamados que hacen en tono de alerta, pero que más bien son amenazantes.
En Ucrania, por su parte, el presidente Zelenski reitera que las adhesiones de territorio que se ha adjudicado el gobierno de Putin, rompen toda posibilidad de diálogo. Apenas este viernes aumentaron los ataques en Kiev, la capital que por varias semanas se mantuvo en aparente calma: “Si los rusos se retiran y reconocen que están terriblemente equivocados, si es que se puede hablar de error ante todo esto, entonces podemos encontrar un formato para el diálogo…”, respondió el mandatario ucraniano al diario El País hace un par de días.
“Paren el mundo, que me quiero bajar…”, una frase atribuida a Mafalda que, me entero, es imprecisa. La agencia AFP publicó hace unas semanas que el mismo Quino lo desmintió. Casi poética, la frase erróneamente consignada a esta famosa pequeña de las viñetas, pero la expresión correcta, según una entrevista con el dibujante en 2007, es: “Mafalda nunca diría ‘paren el mundo que me quiero bajar’, porque ella siempre fue muy emprendedora…”. En fin, Mafalda insiste en tener razón: si no nos podemos o queremos bajar, ojalá sí, que el mundo mejore…