Por Pascal Beltrán del Río
Deschamps y Messi
La XXII edición de la Copa del Mundo llega a su fin, dejando tras de sí la polémica de cómo fue otorgada la sede a Qatar y la historia negra de la construcción de sus estadios con mano de obra casi esclavizada, pero también con grandes emociones en la cancha, que reivindicaron el estatus del futbol como el deporte más popular del planeta.
Será recordada, sin duda, la participación de Marruecos, la cual –al margen del resultado de mañana, en el partido por el tercer lugar contra Croacia– hizo historia para una selección africana.
También significará que Argentina o Francia, una de las dos, obtenga el campeonato por tercera ocasión. Y en caso de ganar ésta última la final del domingo, se convertirá en la tercera selección, después de Italia y Brasil, en lograr un bicampeonato.
Pero quizá la marca en ciernes más interesante sea la que persigue el entrenador francés, Didier Deschamps, pues, hasta ahora, una sola persona ha logrado ganar dos campeonatos desde el banquillo: el italiano Vittorio Pozzo, quien llevó a Italia a hacerse del título mundial en 1934 y 1938.
Deschamps es, además, uno de sólo tres en ganar el Mundial como jugador y entrenador, junto con el brasileño Mario Zagallo y el alemán Franz Beckenbauer. Como jugador lo hizo en 1998 y como entrenador en la pasada edición de la Copa, en Rusia.
Nacido en Bayonne, en el País Vasco francés, en 1968, Deschamps cumplió una década como entrenador de Les Bleus el 8 de julio pasado. Es el primero en dirigir a su selección en tres Mundiales.
Como jugador, se inició en las fuerzas básicas en el equipo de su ciudad natal, a la edad de ocho años. De ahí pasó al Nantes, con cuyo equipo mayor debutó en 1985. Cuatro años más tarde pasó al Marsella, con el que ganó la Champions en la temporada 1992-93. Luego se destacó con la Juventus, en la liga italiana, como uno de los mejores medios de Europa. Con ese equipo jugó tres finales consecutivas de la Champions, ganándola en 1996. En 1998, fue el capitán de la selección francesa que levantó la Copa del Mundo, celebrada en su país.
En 2001, luego de retirarse como jugador, comenzó su trayectoria como entrenador. Llevó al Mónaco a la final de la Champions en 2004. Tomó a la Juventus en 2006, luego del escándalo de apuestas que mandó al equipo a la división de ascenso, y lo regresó a la Serie A al año siguiente. En 2009, consiguió el título de Francia con el Marsella.
Al frente de la selección francesa, Deschamps la calificó al Mundial de Brasil 2014, donde llegó a cuartos de final, perdiendo con Alemania. En la Eurocopa 2016, celebrada en Francia, su equipo llegó a la final, pero fue derrotado por Portugal. En el Mundial de Rusia 2018, pasó por encima de Argentina, Uruguay y Bélgica, en la ronda de eliminación, para llegar a la final, donde venció a Croacia y ganó el campeonato, el segundo en la historia para Francia.
Hoy, a los 54 años de edad, el técnico francés está en la cúspide de su carrera. Al frente de una selección sólida, tiene en las manos una reserva inagotable de talento. Francia está en la final a pesar de tener nueve jugadores lesionados.
Plagado de estrellas, el equipo de Deschamps privilegia el juego de conjunto. “Más allá de la calidad de los jugadores –ha dicho el entrenador–, hay dos aspectos importantes: la noción de grupo y el estado mental. En el futbol, como en la vida, no puede haber puros arquitectos, debe también haber albañiles”.
Sin embargo, a fin de ganar el bicampeonato para Francia y el suyo personal, Deschamps deberá resolver cómo ganar a Argentina, una selección que ha ido de menos a más en Qatar y que ha dado la razón a quienes pronosticaban que era una de las favoritas para levantar la Copa del Mundo.
Un triunfo argentino en la final sería no sólo meritorio, sino una soberbia culminación de la carrera de Lionel Messi. El título mundial es lo único que le falta al exjugador del Barcelona. De conseguirlo, su historia se habrá colocado por delante de la de Diego Armando Maradona. Porque éste habrá jugado como nadie un Mundial, el de 1986, pero Messi ha tenido un número mucho mayor de actuaciones brillantes.
El cerrojazo en Qatar es de pronóstico reservado.