A través de una investigación realizada en Australia, médicos y científicos vincularon el consumo con la aparición de distintos tipos de tumores. ¿Qué resultados obtuvieron?
Infobae. El alcohol es un producto que forma parte de la vida cotidiana de muchas personas en el mundo. Pero su ingesta prolongada y masiva está relacionada al cáncer.
Ahora, los investigadores han encontrado un método efectivo para hacer que las personas beban menos alcohol: hacen resaltar el mayor riesgo de cáncer que conlleva tomar alcohol.
“Descubrimos que combinar información sobre el alcohol y el cáncer, con una acción práctica particular como contar sus tragos, dio como resultado que los bebedores redujeran la cantidad de alcohol que consumían”, dijo la economista y psicóloga Simone Pettigrew del Instituto George para la Salud Global, con sede en Australia.
“Esta combinación particular de mensajes de ‘por qué reducir’ y ‘cómo reducir’ puede ser útil para promover la buena salud en una población. Por supuesto, beber demasiado no solo conduce al cáncer. Exagerar con el alcohol se asocia con una amplia gama de problemas, que incluyen muerte prematura, enfermedades cardíacas, problemas digestivos y un mayor riesgo de demencia”, agregó la experta sobre la investigación publicada en Addictive Behaviors.
Para el estudio, se completaron tres encuestas: 7995 personas completaron la primera, 4588 de esas personas completaron la segunda tres semanas después y 2687 personas completaron la encuesta final seis semanas después. Los participantes se dividieron en diferentes grupos y se les mostraron diferentes anuncios y mensajes sobre la bebida.
Una combinación se destacó, en comparación con un grupo de control: un anuncio de televisión que vinculaba el alcohol y el cáncer, junto con una sugerencia de llevar la cuenta de las bebidas, fue una de las más efectivas para lograr que las personas intentaran reducir el consumo de alcohol. También fue la única combinación en la que las personas realmente redujeron significativamente su consumo de alcohol durante las seis semanas.
Otros enfoques, como alentar a las personas a decidir sobre una cantidad de bebidas y luego apegarse a ellas, impulsaron a algunos de los voluntarios a intentar reducirlas, pero hubo un claro ganador basado en las personas que participaron en esta investigación. “Muchas personas no saben que el alcohol es cancerígeno. Es información importante a la que los bebedores deberían tener acceso. Pero decirle a la gente que el alcohol causa cáncer es solo parte de la solución; también debemos brindarles formas de tomar medidas para reducir su riesgo”, precisó Pettigrew.
El consumo de alcohol puede atribuirse a hasta el 7 por ciento de las muertes prematuras en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y hacer que los bebedores sean más conscientes de los riesgos para la salud es una forma de abordar ese problema. Si bien las agencias de salud también han buscado formas de hacer que las bebidas alcohólicas estén menos disponibles y sean más caras, en última instancia, las elecciones personales determinarán si el comportamiento en torno al alcohol cambiará o no a largo plazo.
En este estudio en particular, los participantes fueron elegidos para ser “ampliamente representativos demográficamente del público bebedor australiano”, por lo que no es un enfoque que necesariamente funcione en otros lugares, pero parece que contar sus bebidas podría ser una opción para probar si desea reducir. “Hay recursos limitados disponibles para las campañas de reducción de daños por alcohol, por lo que es importante averiguar qué mensajes resuenan mejor para garantizar que tengan la mejor oportunidad de funcionar”, dijo Pettigrew.
De acuerdo a la investigación publicada en The Lancet Oncology el año pasado, se estima que el alcohol causó más de 740.000 casos de cáncer en todo el mundo en 2020. Los investigadores hallaron evidencia de esta relación causal en varios tipos de tumores que incluyen el de mama, boca, garganta, laringe, esófago, hígado, colon y recto.
Hay varios mecanismos que intervienen en el efecto del consumo de alcohol sobre el desarrollo de estas patologías oncológicas. Uno es el efecto tóxico directo del acetaldehído, un producto de la degradación del alcohol al ser consumido en el organismo humano. También el alcohol produce cambios en las concentraciones hormonales y la producción de radicales libres que se acumulan y pueden dañar y matar a las células.Algunos mecanismos se gatillan después del consumo de cantidades excesivas de alcohol, mientras que otros ya se producen con un consumo entre ligero y moderado.
La revisión de la evidencia que demuestra la asociación del riesgo de desarrollar cánceres y el consumo de alcohol fue realizada por un grupo de investigadores del Conicet y el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) de la Argentina en colaboración con colegas de la Universidad de Utrecht y otras instituciones de Holanda.
“En todo el mundo, existen grandes diferencias entre las regiones en cuanto a la carga de cáncer atribuible al alcohol: la mayoría de las muertes por cáncer atribuibles al consumo de alcohol se encuentran en la región del Pacífico occidental (7,8% de todas las muertes por cáncer), mientras que en la región del Mediterráneo oriental sólo el 0,7% de todas las muertes por cáncer son atribuibles al consumo de alcohol”, escribieron en un artículo que fue publicado por la revista especializada BMC Public Health.
Los científicos descubrieron que si los bebedores “intensos” tomaran menos diariamente, y pasaran a la categoría de consumo moderado, habría una reducción del 24% en muertes por cánceres atribuibles al alcohol. Pero también identificaron que se conseguiría una mayor reducción de la carga de cáncer atribuible al alcohol si el grupo de los bebedores moderados pasaran a la categoría de “consumo leve o ligero”: se evitaría casi la mitad de todas las muertes y años de vida ajustados por discapacidad atribuibles al consumo de alcohol, según explicó a Infobae el doctor Bardach, quien es doctor en medicina por la Universidad de Buenos Aires y tiene un Máster en Epidemiología de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, Inglaterra.