Por Pascal Beltrán del Río
Trampa mortal
Los cables fueron reemplazados con evidente prisa. Un cortocircuito ocurrido el 6 de diciembre pasado en la interestación Potrero-La Raza, de la Línea 3 del Metro capitalino, había chamuscado un registro y provocado la suspensión del servicio. Según se puede ver en fotos compartidas por trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (STC), la reparación se realizó con descuido, fijando secciones de cableado con alambre común y dejando incluso tramos de cable expuesto. Un mes después, un alcance entre trenes, en ese mismo punto de la Línea 3, dejó al menos 57 personas lesionadas y una fallecida. El del sábado pasado fue el cuarto episodio mortal en instalaciones del Metro en lo que va del actual gobierno de la Ciudad de México: dos choques de trenes, un incendio en la Central de Controles y el derrumbe de un viaducto elevado. El Metro es el sistema circulatorio de la capital del país. Su estado refleja la salud de la urbe. Si el Metro está mal, la Ciudad de México no puede funcionar adecuadamente.
El STC se ha convertido en una trampa mortal. Desde el inicio de la presente administración, se han dado más de 3 mil 700 incidentes: trenes que circulan con las puertas abiertas, objetos caídos en las vías que provocan flamazos e inundaciones en túneles y pasillos son los más comunes. El actual gobierno capitalino, encabezado por Claudia Sheinbaum, concentra cuatro de los cinco percances con muertos, por hechos derivados de la operación del Metro, en más de medio siglo de funcionamiento del sistema. El primer accidente grave, ocurrido en la Línea 2 en octubre de 1975, llevó a automatizar el control de los trenes. Sin embargo, las colisiones ocurridas en 2020 y 2023 hacen ver que algo muy serio está ocurriendo en ese terreno. En 2018, pocos días antes de que tomara posesión Sheinbaum, se reveló que los controladores del Metro usaban hojas adheribles tipo Post-it para ir registrando las posiciones de los convoyes, de acuerdo con la información que transmitían los conductores por celular o radio. Este gobierno prometió acabar con dicho método rudimentario, pero ahora se ha dado el segundo alcance mortal en menos de tres años, a pesar de que el STC no está operando a plena capacidad, por las obras en las líneas 1 y 12.
El que el percance mortal del sábado sorprendiera a la jefa de Gobierno en una gira de proselitismo es un agravante. Sheinbaum ha sido advertida repetidamente de la ilegalidad de sus actos de autopromoción —que incluye un despliegue de espectaculares en todo el país—, pero no ha bajado su ritmo. Ahora tuvo que volver a la Ciudad de México en un helicóptero, que le facilitó el gobernador de Michoacán, para dar la impresión de que se ponía al frente de las tareas de ayuda, sacándose fotos en los hospitales donde eran atendidos los lesionados. Lo sucedido hace tres días era previsible. Media hora antes del alcance, se había reportado fuego incipiente en las vías, a la altura de la estación Deportivo 18 de Marzo. Además, la noticia del cortocircuito del 6 de diciembre se había publicado en el diario La Jornada. Los trabajadores del Metro divulgaron las fotos de la reparación hechiza. Si ésa no fue la causa del percance, al menos debió ameritar una revisión a fondo, que quizá pudo haber evitado que un tren chocara con otro en la interestación.
Pero tal parece que la jefa de Gobierno no quiere escuchar de eso. Hace tres semanas dijo que el Metro “más que problemas, ha tenido una campaña en contra”. Y ya había desdeñado las conclusiones de la empresa noruega DNV —que su propio gobierno contrató— sobre el peso que tuvo la falta de mantenimiento en la tragedia de la Línea 12. Lo menos que se podía esperar es que la autoridad capitalina pusiera más atención en ese rubro, pero no: la prueba es que siguen en sus puestos —y parecen inamovibles— funcionarios como Nahum Leal Barroso, subdirector general de Mantenimiento, y Omar Moya Rodríguez, director de Instalaciones Fijas. No se puede gobernar la Ciudad de México sin asegurar que el Metro funcione adecuadamente. Si Sheinbaum realmente quiere presidir un día este país, debiera poner mayor atención en esa tarea primordial. Y comenzar por aclarar, sin peritajes a modo, qué demonios está pasando en las entrañas de la capital.