Por Yuriria Sierra
Team Shakira
Al momento en que se escriben estas líneas, Music Sessions #53 suma más de 80 millones de reproducciones tan sólo en YouTube. A escasas 48 horas de su estreno, la colaboración de Shakira con el productor Bizarrap provocó una revolución digital. Número uno en al menos veinte países, primer lugar de escuchas en Spotify… récord, tras récord. Los últimos dos días, internet se convirtió en una conversación monotemática. A Dios gracias habrán dado taaaaantos gobiernos en América Latina que la atención pública se volcara en un tema: Shakira y Piqué. Que si ella exageró, que si debió o debe enfrentar su separación con “clase”, con sutileza o con formas menos estruendosas. Que si atacó a otra mujer, que cómo se habla de feminismo cuando se celebra una composición como la de la cantante colombiana, la artista latina más importante a nivel global. Que si la ropa sucia se lava en casa, que hay mejores formas de dar vuelta a una página. Que qué “ardida”…
¡Al carajo! ¿Quién dice que las mujeres debemos someternos a vías únicas de expresión? ¿Quién dice que entre lo que sentimos debemos canalizarlo en silencio, en formas que no incomoden? De ahí viene esa arcaica y trasnochada frase de “calladitas se ven más bonitas…”, porque a los hombres en general no les gusta sentirse expuestos.
Shakira no hace nada nuevo, otras intérpretes (hablando en el terreno musical) lo han hecho, pero sí lo hace en un momento en que podemos deshebrar mejor las razones del por qué importa que esto suceda cada vez con más visibilidad y frecuencia. Qué importante que un personaje con tanta influencia como ella contribuya a romper ese techo que por siglos ha mantenido a las mujeres con límites de comportamiento establecidos. Del “calladita te ves más bonita” al “las mujeres no tienen que imitar a los hombres”, pasando ahora por el “no hay sororidad, porque ataca a otra mujer”. Y vaya revoluciones que se han levantado cuando han llegado figuras dispuestas a romper con los estereotipos que la cultura nos ha impuesto a lo largo de siglos.
¿Por qué a un hombre no se le cuestiona cuando lucra con sus penas de amor? Infinidad de canciones que apelan al despecho, como las hay también en voces de mujeres, pero a nosotras siempre se nos ha exigido respetar las formas. Que si no debió ser tan “clara”, que no tuvo un dejo de sutileza, que la letra la escribió sin medias tintas. Que si sus hijos, que el qué dirán… siempre el qué dirán por encima del propio sentir. Shakira hizo con su última canción un estruendo para quienes nos prefieren calladitas, un himno para quienes entienden la necesidad y urgencia porque cada vez seamos más las mujeres (y hombres) quienes expresamos abiertamente lo que sentimos.
Shakira, al exponer sus emociones de esta forma, no sólo se procura una vía de sanación, también invita a otras mujeres a hacerlo, porque en los últimos años y gracias a debates como éste, hemos entendido el peligro de comportarnos bajo parámetros impuestos que nada tienen que ver con nuestra naturaleza. Ahí están las mujeres en Irán que hoy protestan por mandamientos que vulneran el libre desarrollo de su personalidad. En Afganistán, las mujeres que ya no pueden ir a la universidad ni buscar un trabajo. O en México, las mujeres que ahora temen morir por exigir que no nos maten.
Cuando hablamos de equidad también nos referimos a que una mujer pueda expresarse como un hombre lo ha hecho siempre: como seres humanos libres. Porque, así como muchos de ellos hoy están desaprendiendo comportamientos para mejorar su interacción, así también las mujeres estamos aprendiendo vías y formas para expresarnos y hacer valer lo que sentimos, lo que somos, lo que deseamos y lo que merecemos.
La expresión libre y sin solemnidades debería ser una regla vital, tal vez así podremos asegurarnos una convivencia sin tanta hipocresía. Qué bueno que lo hizo Shakira, qué bien que cada vez sean más las mujeres dispuestas a destrabar ese nudo.