ARTEAGA, COAHUILA. – Porque desde que hace muchos años sintieron el llamado de Dios para servir, este sábado, Desde hace muchos años, Gustavo Gallegos y Jesús Gutiérrez sintieron el llamado de Dios para servir, por lo que este sábado fueron ordenados como diáconos en la parroquia San Isidro Labrador.
El Obispo de la Diócesis de Saltillo, Hilario González les pidió que como hombres consagrados mantengan un corazón limpio, manos puras y palabras veraces, pero, sobre todo, les pidió cumplir con su compromiso para servir y estar con Jesús; que su servicio no sea solo de apariencia sino auténtico y cristiano.
“En estos momentos nos encontramos en una sociedad secularizada, donde tal vez en ese afán de libertad y autonomía se ha convertido en libertinaje y en desorden lo que provoca un corazón hecho trizas”, expresó el Obispo.
Pidió manos puras, con recta intención en una sociedad donde hay muchos intereses y competencia profesional y social e incluso hasta en el nivel político, por lo que se requiere esa recta intención y de buenos administradores.
En cuanto a la boca de verdad pidió a todos palabras veraces que permanezcan con compromisos reales e íntegros.
SERVIR POR AMOR
Gustavo Gallegos dijo que ordenarse como diácono es un privilegio y un honor servirle al Señor por amor y a su iglesia.
“Diaconía quiere decir servicio, y al ordenarnos como diáconos nos ordenamos como servidores”, dijo Gustavo, quien estuvo acompañado por su esposa Miriam Espinosa.
Jesús Gutiérrez asegura que, por misericordia de Dios, este sábado se ordenó.
“Nunca me imaginé que me iba a invitar a servir así, Dios me invitó y la fe de mis padres, porque desde niño yo me sentía muy feliz de participar y yo decía que un día iba a servir y aquí estoy”, indicó.
Empezó a los 11 años en la Acción Católica Juvenil y luego en el Movimiento Juvenil Cristiano, pero hasta los 48 años sintió el llamado para servir como diácono.
Él ya conocía desde antes al obispo Hilario González en el seminario, y hace casi dos años, cuando fue a Monterrey a capacitarse para decidir si seguía el camino del diaconado, fue cuando el Obispo llegó a Saltillo.
“Ese fue un signo muy importante para mí, porque dije: mi amigo me va a ordenar”, expresó.
Ahora colaborará en las actividades de la iglesia, en la Pastoral Familiar, la Catequesis, y la visita a los ejidos, donde será apoyado por su esposa, Imelda Flores, sus hijos y sus nietos. (Con información de EL DIARIO)