En la búsqueda de tratamientos para conservar la juventud, me topé con información de Liz Parrish, actriz y activista por la longevidad, quien lidera un proyecto experimental de terapia génica que promete rejuvenecer a las personas
Por: Astor Ledezma
En los primeros meses de pandemia por covid, el llamado “dermatólogo de las estrellas” abrió su agenda para consultas virtuales. Yo no soy ninguna estrella pero igual programé una cita.
-Cuéntame, ¿cuál es el problema?
-En realidad no tengo ningún problema, bueno, sí: quiero tener la piel como usted, o como la gente famosa a la que atiende.
El doctor hizo anotaciones, tal vez acostumbrado a ese tipo de exigencias ahora que, gracias a la tecnología, cualquier hijo de vecina puede acceder a sus servicios. Me hizo una serie de preguntas, me pidió que me acercara a la cámara. Escribió en el chat una serie de productos y rutinas que debía seguir de ahora en adelante. Agregó un tratamiento que me pareció escabroso, pero igual lo anoté. Apenas terminó la consulta, fui a la farmacia a comprar los productos. Me enteré que una doctora de mi ciudad realizaba el tratamiento indicado, así que programé una cita con ella.
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Estoy en el consultorio. La dermatóloga entra, me saluda, prepara sus instrumentos. Le pregunto de nuevo por el tratamiento, si es muy doloroso. Ella voltea, sonríe y dice que serán “unos cuantos piquetitos”. En lugar de tranquilizarme, pienso en esa obra de Frida Khalo, en el cuerpo bañado en sangre, en el hombre que minimiza sus actos. Qué mala referencia, le quiero decir pero me callo. Se coloca los guantes de látex. Muestra las agujas que usará conmigo: catorce agujas de titanio esterilizadas. Las coloca en el aparato, lo enciende. Un sonido vibratorio me indica que debo cerrar los ojos. Siento los piquetes en toda la cara, un ardor que sube por las mejillas, que me pone la piel caliente. Al final me miro al espejo: la cara roja, llena de sangre, y la promesa de que en unos días me veré más joven. Yo que siempre le temí a las agujas, enfrenté mis miedos con tal de que la gente me dijera: ¿en serio tienes 35? Yo pensé que eras menor.
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En la búsqueda de tratamientos para conservar la juventud, me topé con información de Liz Parrish, actriz y activista por la longevidad, quien ha llevado esta idea a planos superiores: lidera un proyecto experimental de terapia génica que promete rejuvenecer a las personas. Siendo una mujer de 52 años, asegura que su edad celular –gracias a dicho tratamiento- es de apenas 30.
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Conversé con la maestra en ciencias Susana Cárdenas, especialista en citogenética y medicina regenerativa. Actualmente es profesora en el departamento de genética del centro universitario contra el cáncer y de la Facultad de Medicina de la UANL.
1.- Sabemos que con el paso del tiempo vamos envejeciendo. ¿Cómo se puede explicar ese fenómeno a nivel celular?
Bueno, es bien sabido que existen diversas causas que favorecen el envejecimiento prematuro, como la exposición en exceso al sol, la mala alimentación, la falta de sueño, los cambios hormonales; todo esto afecta a las células de nuestro cuerpo, las cuales van perdiendo su capacidad para dividirse y “regenerar” los tejidos, empezando a aparecer los signos del envejecimiento a nivel sistémico, como las enfermedades neurodegenerativas, afectación ósea, y en donde más claramente se manifiesta este fenómeno, es en la piel, la cual va perdiendo su elasticidad, se adelgaza y se van generando las arrugas. Cada célula humana posee su material genético o ADN (ácido desoxirribonucléico) empaquetado en 46 cromosomas; cada cromosoma posee en sus extremos unas estructuras llamadas “telómeros”, que protegen el ADN del daño. Éstos, a medida que envejecemos, se van acortado. El acortamiento de los telómeros es la principal causa fisiológica de envejecimiento y muerte celular, en otras palabras, si se pudiera impedir el acortamiento de éstos, se podría alcanzar la inmortalidad. En cada división celular, los telómeros se van recortando porque la enzima que replica el ADN, no puede duplicar completamente los extremos de los cromosomas, y se va perdiendo material genético, hasta que llega un momento en que los telómeros alcanzan un tamaño mínimo crítico, afectando el ciclo celular y dando paso al envejecimiento y muerte celular.
2.- La tecnología que propone Liz Parrish en su proyecto experimental de terapia génica, ¿ya se emplea para otros objetivos?
Es interesante cómo esta empresaria, motivada por poner fin a las enfermedades relacionas con la edad, ha puesto a prueba en sí misma sus terapias génicas, las cuales no han sido validadas ni avaladas por ningún organismo científico internacional; esto pone al límite la cuestión ética, que defiende y garantiza la integridad, eficacia y seguridad de toda nueva terapia para el ser humano. En concreto, la terapia génica que ella ha recibido centra su acción en la telomerasa, que es la enzima responsable del mantenimiento de la longitud de los telómeros mediante la adición de secuencias repetitivas de ADN para mejorar la estabilidad genómica. Sin embargo, el bienestar celular no depende sólo de esto y es mucho más complejo, por lo que es un tratamiento muy controversial y no cuenta con el respaldo de grupos de investigación, ya que no ha hecho las pruebas pre-clínicas necesarias para su validación y uso en seres humanos. Tampoco hay evidencia de resultados contundentes.
3.- ¿Consideras que es viable este proyecto, de tal manera que a corto o mediano plazo pueda estar al alcance de todos? ¿Qué inconvenientes tiene?
La idea central es potencialmente viable, pero mientras falte un procedimiento científico adecuado, se mantendrá frenado. Como mencionamos, la disminución de la longitud telomérica no es la única causa de muerte celular y envejecimiento, tenemos muchos factores más, como el estrés oxidativo. Existen diversos grupos de investigación ajenos a su proyecto trabajando en terapia génica para revertir el envejecimiento y que siguen el método científico, que consiste en estudios en modelos animales e in-vitro, para finalmente migrar al ser humano, sin embargo, la experimentación lleva su tiempo. Y Como vemos, la gravedad y prevalencia de una enfermedad, es la que determina la prioridad en la búsqueda y el uso de una terapia. Las enfermedades cardiovasculares, pulmonares y renales son el principal foco de atención para la terapia génica, que consiste en la transferencia de genes a la células de un paciente para curar una enfermedad. Esta forma de terapia ya se utiliza para enfermedades genéticas de la sangre como la hemofilia y dérmicas como el melanoma, que es un tipo de cáncer de piel. Pero en cuanto al uso de la terapia génica con fines estéticos, para revertir el envejecimiento de la piel, no ha surgido una terapia comercial aún.
4.- ¿Hay algún tratamiento o tratamientos dermatológicos que estén al alcance de la población y que tengan un efecto notable de rejuvenecimiento -y que podemos suponer que utilizan Jennifer López y otras figuras del espectáculo que aparentan menor edad-?
Sí existen muchas alternativas desde tópicas hasta quirúrgicas que los dermatólogos recomiendan; el uso de láser que estimula la producción de colágeno y con esto la disminución de arrugas y cicatrices con resultados comprobables, pero algún tratamiento basado en terapia génica que sea la fuente de la eterna juventud, no. Por eso la importancia de acudir con profesionales de la salud y mantenerse bien informados. La genética de cada individuo definitivamente influye en el proceso de envejecimiento y determina que una persona se conserve más joven que otra, pero son muchos los genes implicados y es multifactorial: influyen desde los hábitos hasta el estado emocional, he ahí la complejidad hasta ahora.
5.- ¿Qué es lo que viene para la medicina estética? ¿Hay algún proyecto dermatológico que se esté desarrollando para rejuvenecer?
Hay trabajos basados en terapia génica para inducir la formación de células madre. Se le llama “reprogramación” de células de la piel en células madre pluripotentes inducidas (iPSC). Esta reprogramación es un proceso en el que cualquier célula puede convertirse a un estado similar al de una célula madre embrionaria, y estas células madre embrionarias se pueden convertir a su vez en cualquier célula. Por lo tanto, las iPSC tienen el potencial de revertir los cambios asociados con la edad, incluido el desgaste de los telómeros y el estrés oxidativo. Sin embargo, permanece en grado experimental, se observó de manera in-vitro queestas células conservaban características de una “célula joven”, producían más colágeno y mejora de funciones en cuanto a eficiencia para la curación de heridas, lo cual es muy prometedor. Aún hay poca evidencia, pero este tipo de investigaciones son el principio para garantizar su uso en la clínica.
6.- Para aquellos que no tienen acceso a tratamientos o productos dermatológicos ¿Qué pueden hacer para evitar el envejecimiento prematuro?
Definitivamente el adquirir hábitos saludables, evitar el consumo de tabaco y alcohol ya que estos afectan los mecanismos naturales de reparación del ADN. No exponerse demasiado al sol, mantenerse bien hidratado, tener una buena alimentación y hacer ejercicio. Dormir lo suficiente, ya que la falta de sueño evita que las células del cuerpo se regeneren, emplear técnicas para manejar el estrés, que es el detonante para la producción de hormonas como el cortisol que deteriora la dermis, y sobre todo, ponerse en manos de profesionales en caso de presentar algún problema de salud en general.
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En tiempos de redes sociales, obsesión por la belleza y pleitesía a la juventud, no está de más utilizar las herramientas que la medicina pone a nuestro alcance para conservar lo que le tiempo se ha empeñado en destruir (vaya manera la mía de justificar la vanidad). Esto debe acompañarse, claro está, de un cuidado integral de nuestra salud (de nada sirve cuidar la carrocería de un carro descompuesto), porque ahora lo tenemos más claro: la piel no es otra cosa que el reflejo de nuestros hábitos.
Por lo pronto esperaré a que se caigan las costras de mi cara, a ver si es cierto que ese tratamiento con agujas de titanio me hace ver más joven.
Y mañana mismo me meto al gimnasio. No, mejor el lunes.