Por Yuriria Sierra
Ideologizados
¿Y la ministra? La Universidad Nacional Autónoma de México ha despedido a Martha Rodríguez Ortiz, quien fuera la asesora de tesis de Yasmín Esquivel Mossa. La académica insiste en que fue ella quien compartió el trabajo de la entonces alumna a otros estudiantes. Se aferra, pues, a la narrativa que intenta posicionar a Esquivel como la víctima y no como la plagiaria, a pesar de que esto último fue la determinación de las autoridades universitarias.
Desde luego que lo que tendría que suceder, y ya va tarde, es la separación de Esquivel Mossa de su puesto en la Suprema Corte. ¿Por qué mantener ahí a quien con su sola presencia vulnera el prestigio de una institución de tan alto rango como ésa? Ya la UNAM tendrá que hacerse cargo de limpiar la reputación de sus procesos de titulación. Y esto, sin duda, abona a la vulnerabilidad de un sistema educativo sumamente cuestionado, más aún desde que esta administración ha convertido a la función pública en una esfera ideologizada.
Justamente en el terreno de la educación, ¿no hoy la SEP está en manos de quien no conoce de procesos de aprendizaje, pero sí mucho de trabajo político y liderazgo sindical? ¿Qué futuro le espera a la educación en México con alguien como Leticia Ramírez al frente de Educación Pública? La desaparecida secretaria, que no ha regresado al ojo público desde que no supo qué responder a las preguntas de Danielle Dithurbide en entrevista para Noticieros Televisa, no ha necesitado entender de procesos pedagógicos para mantenerse en el puesto. El mismo Presidente expresó el “valor agregado” que la llevó a ser secretaria de Estado: “Leti tiene como profesión ser maestra, dio clases 12 años. Maestra de aula durante mucho tiempo. Además de eso nos conocemos desde hace 28 años…”. La misma ministra Yasmín Esquivel, ¿no es figura cercana a López Obrador? Ayer, Omar Mejía tomó protesta como subgobernador del Banco de México, aunque no tiene experiencia en cargos de ese nivel, su nuevo puesto implica un salto de tres escaños jerárquicos, tiene el espaldarazo del Presidente.
Ideología antes que experiencia e idoneidad para llegar a algunos cargos, se ha convertido en un eje cada vez más visible en esta administración. Ahí están los puestos diplomáticos que algunos exgobernadores, no emanados de las filas morenistas, han recibido apenas dejan sus Estados tras una elección.
¿Éste es el futuro que deseamos? No es un tema exclusivo de la función pública, en España, por ejemplo, hay un debate justamente sobre el terreno educativo que, finalmente, es terreno que mira al futuro. Lo explica así el escritor Alfonso Ruiz de Aguirre: “Quieren que nuestros hijos permanezcan muchísimos años en las aulas para enseñarles exclusivamente saberes que los pedagogistas han dado en llamar competenciales, esto es, los que les sean de utilidad a todos en sus trabajos (…) Quieren condenar a nuestros hijos a la ignorancia. Quieren condenar a nuestros hijos a la irrelevancia…”.
En México, el Presidente ha subrayado insistentemente en que los libros de texto de nivel básico, sean vehículos para aprender de civismo, historia y ética, incluso ha señalado que se ha quitado el contenido “neoliberal”, porque ni en esto suelta el discurso propagandístico, pero no ha dado pasos que encaminen a nuestro país a mejorar su lugar en el ranking de la OCDE en materia educativa. Hace unos meses, el estudio Panorama de la Educación 2022 señaló que México invierte casi cuatro veces menos recursos por alumno que el resto de los países que pertenecen al organismo.
Una educación deficiente que se suma a una función pública ideologizada, no abona en lo absoluto a un futuro prometedor: porque mientras los tomadores de decisiones actuales sólo ejecuten políticas diseñadas por alguien más, los tomadores de decisiones del futuro no estarán preparados para los retos que se vienen. Y qué ejemplo, además, ha dado la ministra que plagió su tesis de licenciatura. La irrelevancia es lo de menos.