Oscar Ballesteros
A tres años del primer fallecimiento registrado en México por Covid-19, el panorama desolador de las calles y el temor de los pilares en las familias por proveer de las necesidades básicas a los más pequeños se han diluido conforme pasó el tiempo.
La soledad de las calles en 2020 se veía contrastada con el alto movimiento que registraron los hospitales, que aun sin la preparación adecuada, recibieron decenas de pacientes próximos a hospitalizarse por el virus desconocido; arriesgando ser próximas víctimas de lo que sería una pandemia mundial.
Un virus que inició en China no tardó en dispersarse a diversas partes del mundo y sería el 18 de marzo de 2020 que el país registrara el primer fallecimiento por el virus; acto seguido, la Entidad empezó a registrar sus primeros casos, y sería Monclova el epicentro de esta enfermedad con el mayor brote en la Clínica 7 del Instituto Mexicano del Seguro Social.
La dependencia de carácter federal no fue la única en hacer frente a la naciente pandemia, dentro del Hospital General Amparo Pape también se vivió una psicosis, al menos durante los primeros meses, pues las condiciones no eran aptas para un virus de esta magnitud.
ESCENARIO CATASTRÓFICO
“Fue un escenario muy catastrófico, al principio no se visualizó con esta severidad, el epicentro fue en Coahuila, específicamente en Monclova, hubo una situación muy complicada al inicio”, recuerda el director del nosocomio, Ángel Cruz García. Él junto a 2 de sus familiares sufrieron el Covid-19 desde su sistema y a través de quienes atendieron.
De acuerdo con lo que sucedía en otras partes del mundo y el país, el personal médico empezó a enervarse, pero en la medida de lo posible iniciaron a brindar sus servicios acudiendo a los materiales que tuvieran a la mano y emulando lo visto en los noticieros.
“Yo me di cuenta cómo actuaba el personal de salud, que entraba a recibir el paciente, intendencia que entraba a hacer las áreas de limpieza a su departamento, como los camilleros o chóferes, a veces sin el tiempo de ponerse el overol iban en las ambulancias con los pacientes en un estado muy crítico a dejarlos al hospital del Seguro Social”, narró el médico.
A raíz del primer paciente que confirmaron como positivo se tuvo la necesidad de vaciar una sala de ginecoobstetricia y únicamente atender al hospitalizado de lo que fue la Sala 5; desafortunadamente fue una femenina quien falleció a causa del virus y esto llevó a realizar la reconversión de esta sala exclusivamente para estos pacientes.
Los ingresos no cesaban y 4 camas fueron insuficientes, por lo que se requirió una segunda reforma obligatoria done las 2 salas aledañas fueron dedicadas a la misma función y ya había una capacidad de 12 espacios para tratar los contagios del virus tendencia.
“El paciente no está mal decirlo, tuvo mucha confianza en nosotros, aun teniendo Seguro Social ellos preferían estar con nosotros, tenía menos temor y las defunciones que tuvimos por Covid fueron muy limitadas, del personal médico 1 fue bastante, y fue suficiente para ser tragedia”, compartió Ángel García.
DE DIRECTOR A PACIENTE
Por otro lado, pasó de ser el Director del hospital a un paciente más que necesitó de casi 7 días para lograr una recuperación de su contagio. No fue el único, pues su esposa y su hijo también brindaron atenciones en el hospital y resultaron contagiados.
Previamente a los contagios, el temor les representaba en trasladar la enfermedad a otros miembros de su familia por lo que dijo que, implementó estrategias ‘de película’ en su hogar con el fin de evitar eso “teníamos miedo de regresar a nuestra casa y que llegaran nuestros hijos, de hecho, yo puse un letrero al entrar a mi casa que no se iba a permitir la entrada de mis hijos y de mis nietas si no entraban con cubrebocas”.
Estas medidas duraron cerca de 1 año y medio en su hogar, y en el transcurso de esto fue que su contagio fue el más grave en su familia lo cual ameritó su hospitalización en el nosocomio que él mismo dirigía.
“El 22 de octubre del 2020 lo recuerdo porque fue un día antes del día del médico yo comencé a sentirme mal, empecé a tratarme por varios métodos, no tuve mejoría, tuve la fortuna que el Secretario de Salud mandó por mí para que me llevaran a Saltillo, yo tuve la decisión de quedarme en mi hospital, estuve casi 7 días hospitalizado con oxígeno de alto flujo, estuvo a un punto límite, a un umbral de que me intubaran”, rememoró el director.
Dicha experiencia que no fue el único en vivirla comentó que, marcó un cambio radical en el gremio médico que por momento tuvo temor, pero después empezó a valorar el diagnóstico de todo paciente, pues por momentos entraban en la comodidad de recetar de acuerdo a síntomas y no explorar a profundidad los casos.
No fue únicamente como médicos que recibieron una reflexión, sino la población en general, después de 3 años han aprendido a actuar de manera más reservada, a su vez de disfrutar más de las actividades que estuvieron frenadas durante los últimos años.