CIUDAD DE MÉXICO.- La actual administración federal requiere acelerar la modernización de las refinerías de Pemex para minimizar la producción de combustóleo y disminuir las emisiones de dióxido de azufre y metano, sostiene Adrián Fernández, director ejecutivo de Iniciativa Climática de México (ICM).
En entrevista, señala que se trata de medidas indispensables para que México cumpla con su nuevo compromiso internacional de reducir en 35 por ciento sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para 2030.
«Para ser justos, hay que decir que esta administración heredó 6 refinerías en estado carcacha, en estado casi basura, en todos sentidos. Pero esta administración debe apurarse a darle mantenimiento a esas refinerías para que no se tengan estos impactos (por emisiones)», apunta.
El especialista en temas de cambio climático y política ambiental señala que invertir en la modernización y mantenimiento de refinerías y grandes petroquímicas evitaría fugas de emisiones altamente contaminantes y tóxicas, como lo ocurrido recientemente en la planta de Cadereyta, Nuevo León.
Al justificar las columnas de humo amarillo y negro que salieron de la refinería el domingo pasado, Pemex señaló que el contenido era 99 por ciento de vapor de agua y 1 por ciento era remanente de hidrocarburo.
«Decía por ahí una información oficial: ‘es menos de 1 por ciento de azufre’. Uno por ciento de concentración de dióxido de azufre en las emisiones de una chimenea es algo altísimo», explica el ex funcionario de la Semarnat.
«Cuando lo traduces a normas de calidad del aire, de cuantas partes por millón de concetración tienes en la pluma es muy contaminante, y a las zonas urbanas y a la población a las que llega a impactar esa pluma, les llegan concentraciones que son muchas veces por arriba de la norma de calidad del aire para dióxido de azufre.
Fernández, quien llegó a formar parte de comités de alto nivel representando a México, señala que para cumplir la meta climática también se requiere un replanteamiento a fondo de la política energética del país, para hacerla más sostenible.
«Se necesita un cambio radical e inmediato de la política energética nacional, tanto en materia de generación de electricidad como en materia de petróleo», plantea.
En materia de generación de electricidad, detalla, se tiene que empezar por cancelar totalmente el uso de carbono en esta década, que por cierto, apunta, es un compromiso que México había adoptado ya tiempo atrás.
«Es algo completamente factible y costoefectivo. Hay menos de 8 por ciento de contribución del carbón a la matriz eléctrica. Y hay 6 o 7 mil familias que dependen de la extracción del carbón. Es posible una transición justa para la salida del carbón», sostiene.
En segundo lugar, abunda, México debe dejar cuanto antes de quemar combustóleo.
Con la entrada en funcionamiento de las dos plantas coquizadoras pendientes, en Tula y Minatitlán, considera, México dejará de producir en dos años el tremendo volumen de combustóleo actual.
«Lo malo es que la administración actual se tardó tres años en darse cuenta de que había una planta coquizadora en Tula estaba a medio camino de construcción. Una de las primeras medidas que debió haber tomado en el sector energía, si hubiera tenido conocimiento y entendimiento del tema, era la de retomar la construcción», apunta.
Acabar con carbón y combustóleo, señala, permitiría reducir en 13 millones de toneladas de CO2 equivqalente las emisiones de GEI de México.
Un tercer elemento indispensable, subraya, es dejar de apostar a la construcción de nuevas plantas a gas natural, que, advierte, no es realmente un combustible de transición, como se entendía hasta hace 5 o 7 años.