El telescopio espacial James Webb nos muestra lo diferente que puede ser la composición de un cercano planeta
Urban Tecno. Existen miles de exoplanetas aguardando que los estudiemos con detenimiento, pero los recursos y el tiempo de las agencias espaciales como la ESA o la NASA son limitados. Sin embargo, éstos son escudriñados en la medida de lo posible y algunos acaban mostrando su verdadero rostro. En este caso, según la reciente publicación de la ESA, hemos conocido un poco más en detalle las características de un planeta llamado TRAPPIST-1 b.
La vida no es fácil en uno de los exoplanetas más peculiares que conocemos
Como ya suele ser habitual desde su despliegue el año pasado, ha sido gracias al telescopio espacial James Webb que un equipo internacional de investigadores han podido averiguar la temperatura en este exoplaneta. Si te preguntas como es que un telescopio puede hacer las veces de ‘termómetro’, la respuesta es sencilla. Gracias al instrumento MIRI, el James Webb es capaz de detectar la luz infrarroja emitida por TRAPPIST-1 b y esto ha posibilitado un sorprendente descubrimiento.
Según los cálculos del equipo, la superficie durante el día en este planeta alcanzaría los 230ºC, aunque esto no es todo lo que ha sido revelado, dado que este valor sugiere que apenas existe atmósfera en TRAPPIST-1 b, lo que lo hace ser particularmente interesante para el resto de la comunidad científica. Además, el descubrimiento es interesante dado que esta es la primera ocasión en que se ha podido detectar cualquier forma de luz emitida por un planeta que comparta características similares a los de nuestro Sistema Solar.
Este planeta, por cierto, orbita una estrella enana ultrafría, denominada TRAPPIST-1, que está situada a 40 años luz de la Tierra. Eso sí, el exoplaneta estudiado se encuentra 100 veces más lejos de su estrella que nosotros del Sol y recibe cuatro veces más energía de lo que lo hacemos en la Tierra. En este caso, la evidencia de su prácticamente inexistente atmósfera es explicada en profundidad por Elsa Ducrot, coautora del estudio:
«Comparamos los resultados de los modelos informáticos que mostraban cuál sería la temperatura en diferentes escenarios. Los resultados son casi perfectamente consistentes con un cuerpo negro hecho de pura roca y sin atmósfera por la que circule el calor. Tampoco vinos ningún signo de la luz siendo absorbida por dióxido de carbono, lo que podría resultar aparente en estas mediciones.»