CIUDAD DE MÉXICO.- Entre los relatos de crímenes que forman parte de la capital mexicana resaltan aquellos que sacuden a la sociedad, causan polémica y horror, como el caso de la joven Elvira, cuya historia se escribió el 9 de agosto de 1982 en el Ajusco.
Era de mañana cuando en la colonia popular de Bosques del Pedregal, en el sur de la ciudad, elementos de la Policía Montada recibieron un llamado de alerta.
Dentro de una de las humildes casas ubicadas en la calle de Jacarandas había ocurrido un infanticidio múltiple; ahí se descubrieron cuatro niños fallecidos y junto a ellos el cuerpo de Elvira, la madre, que colgaba del cuello con un lazo.
Elvira Luz Cruz, de aproximadamente 26 años, no logró quitarse la vida pues fue detenida cuando las autoridades lograron cortar el cable que rodeaba su cuello. Las pequeñas víctimas yacían inmóviles sobre mantas, eran sus hijos de seis, tres, dos años y la menor de pocos meses de nacida.
El agente del ministerio público Gustavo Salas dio testimonio de los hechos y se llevó a Elvira junto con su pareja, Nicolás Soto, para iniciar la investigación.
En el primer interrogatorio Elvira confesó no estar arrepentida de haber terminado con la vida de sus hijos porque «ya estaba cansada de la pobreza en que vivían». Impotente, tomó sus ropas para asfixiarlos.
Los hechos impactaron a la población al ser publicados en diarios locales y nacionales.
Su caso puso en tela de juicio los supuestos avances que se proyectaron en el congreso internacional feminista realizado siete años atrás, en 1975. Con Elvira tras las rejas, víctima de la injusticia social, iniciativas como ésta se convertirían en una utopía lejana de la realidad que vivían las mujeres vulnerables en México.
Ocurrió en una colonia paracaidista
Este crimen fue uno de varios que surgieron en medio de la pobreza extrema que enfrentaban miles de mexicanos por la crisis económica considerada como una de las más grandes en la historia de México registrada en la década de 1980.
La falta de empleos en varios estados de la República provocó que una gran cantidad de personas migraran a la Ciudad de México. Casi sin recursos para alojarse, construyeron humildes e improvisadas viviendas invadiendo zonas desocupadas, convirtiéndose en paracaidistas.
Inmersa en aquel entorno social lleno de carencias, pobreza y violencia vivió Elvira, quien dijo haber actuado bajo la desesperación de no poder dar sustento a sus hijos, terminando su sufrimiento con medidas fatales.
Pese a lo que la prensa y la justicia informaron, se plantearon diferentes versiones de los motivos de Elvira para cometer el homicidio, muchas plagadas de conjeturas y testimonios tergiversados que causaron más indignación en la sociedad.
En la segunda entrega hablaremos de su detención, el juicio, su vida en la cárcel, de la obra que llevó este caso al teatro y de la demanda que ella presentó contra la productora que lanzó una película inspirada en su vida por la tragedia del crimen.