Alberto Rojas Carrizales
La burbuja de angustia se inflaba desde enero, se desinflaría en cualquier momento en casi 8 mil 500 familias monclovenses entre sindicalizados, empleados y externos de AHMSA, iniciaba lo que sería un agitado 2023, la acerera empezó a toser desde diciembre por su deteriorada salud financiera.
La adrenalina subió a su máximo nivel ayer cuando los trabajadores incorporados en las secciones 147 y 288 sin insignias ni colores pintaron su raya ante la siderúrgica tomando las instalaciones porque la brecha es cada vez más amplia entre un pago y otro de salarios y prestaciones, hay prolongada sequía que impide compra de mercancías y servicios básicos en casa.
La airada protesta obrera convivió una vez más con la primavera, mediodía soleado, los emblemáticos departamentos que antaño arrojaban arrabio y acero líquido semejan pinturas rupestres o piezas de colección en una vitrina invisible. La indignación fue el pasaporte de acceso al interior.
AHMSA, corazón de la economía local dejó de bombear con regularidad el circulante de salarios y prestaciones desde diciembre cuando aplazó sin garantía el pago de ahorro al 12 de enero, la prórroga se desvaneció, el atraso está vigente, pero el ritmo cardíaco se desbordó esta semana por el no pago del premio por asistencia, entre 4 mil y 4 mil 500 pesos mensuales promedio.
El bullicio de la multitud reclamando su dinero reemplazó al interior de la factoría el ruido industrial de motores, sirenas de grúas aéreas, placas de acero, huele a nostalgia, pero también a añoranza por la inexistencia de básicos en casa, facturas de servicios por pagar, y hostilidades de acreedores financieros donde los bancos imponen sus atropellos, abusos y usura.
El optimismo y el tatuaje de la camiseta se declararon en bancarrota, ánimos encendidos, las imágenes en redes de la jornada de inconformidad salpicaban a los cibernautas con expresiones de adhesión al movimiento, otros posteaban alertas.
El sudor de rudas faenas entre minerales y el fuego, ahora fue sudor por angustia, incertidumbre, refrigeradores y alacenas vacías. El sol de mediodía y la tarde no quemó la euforia, el día se consumía sin aparente solución.
En el vasto historial del declive de AHMSA, ríos de tinta han corrido desde la señal enviada el 28 de octubre pasado cuando el guión empezó a escribirse al reportar pérdida neta trimestral de 4 mil 096 millones de pesos, hasta la inestable nómina y prestaciones que deprimieron la economía local pese a sensación de alivio con el anuncio de nuevos inversionistas.
Apetito por conocer el Plan de Negocios de la siderúrgica, bosquejo que carga en su portafolio el inversionista estadounidense Eugene Irving Davis propuesto para ocupar el asiento principal en el Consejo de Administración, pero el regocijo silencioso se evaporó en días, la flama de optimismo se mantiene tenue, pero la siderúrgica continúa en modo avión.
Con brazos caídos desde el 23 de diciembre de 2022 por la interrupción de la producción por falta de capital de trabajo, alrededor de 5 mil 400 sindicalizados y 2 mil empleados en Monclova, no ven señal de reactivación; las manos se hunden en lo más profundo del bolsillo escaneando monedas, pero no hay.