Pascal Beltrán del Río
La salud del Presidente
El secretario de Gobernación, quien ha tomado las riendas del país en ausencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha dicho que personas “malquerientes” y “que tienen podrida el alma” han difundido versiones falsas sobre el problema de salud del mandatario.
Sin embargo, Adán Augusto López Hernández tendría que reconocer que la información que se ha proporcionado desde el gobierno sobre este delicado tema ha sido escasa, deficiente e incompleta, por decir lo menos. Y que a causa de ello ha surgido toda clase de rumores, los cuales podrían ser fácilmente atajados si la respuesta a las dudas legítimas fuera la transparencia total.
Si bien el Presidente de la República tiene, como cualquier persona, una vida privada que merece estar fuera del escrutinio de los gobernados, su salud —en tanto indicador de su capacidad para ejercer el cargo que le fue conferido— es de interés público y de seguridad nacional. Tan es así que la Constitución contempla la posibilidad de su ausencia y contiene instrucciones sobre qué hacer en esa circunstancia.
Además, López Obrador ha dicho públicamente que él no tiene secretos en esa materia. Incluso llegó a ofrecer —sin que nadie se lo pidiera— entregar los resultados de sus análisis clínicos para demostrar que está, como él dice, “al cien”. Aunque esto último no se ha concretado, la disposición quedó plasmada en la mañanera del 23 de julio de 2019.
Algo que causa extrañeza es que, pese a que algunos de sus colaboradores han dicho que se encuentra bien, el mandatario sólo ha comentado personalmente su situación en un tuit —en el que dijo que tenía covid y se encontraba en la Ciudad de México—, mismo que apareció a las tres y media de la tarde del domingo, tres horas después de que el Diario de Yucatán publicó que se había desvanecido y había sufrido un problema cardiaco en la base aérea militar de Mérida, durante una gira para revisar los avances del Tren Maya. Hasta el momento de escribir estas líneas, la única información adicional se ha conocido vía los secretarios de Gobernación y Salud y su esposa.
Eso resulta inusitado por la propensión de López Obrador de casi nunca limitar su comunicación con los gobernados, cosa que no deja de hacer incluso cuando se encuentra descansando en su finca de Palenque.
Si el mandatario está bien, ojalá que sí, y sólo está tomando paracetamol —como afirmó ayer el secretario de Salud—, ¿qué es lo que le impide grabar un video o aparecer en un enlace en la conferencia mañanera, como hizo el 11 de enero de 2022, al día siguiente de anunciar que se había contagiado de covid por segunda ocasión? Tampoco creo que los síntomas respiratorios a los que se refiere su parte médico sean obstáculo para ello, pues lo hemos visto asistir a la mañanera pese a estar ronco o congestionado.
Desde luego, no estoy diciendo que esté obligado a hacer ese video o esa transmisión en vivo, ni siquiera a subir un nuevo tuit. Lo único que afirmo es que su silencio, que ya rebasó las 48 horas, no empata con su costumbre de casi nunca abandonar la escena pública.
El país estará más tranquilo cuando vea a López Obrador en video. De esa manera, quedarán anuladas todas las especulaciones sobre el agravamiento de los padecimientos que tiene desde hace años. Mientras tanto, dudas como por qué no se ha visto por Palacio Nacional a su chofer —quien nunca se le despega— seguirán compitiendo con la narrativa oficial de que el Presidente está bien y que se encuentra recluido en el inmueble.
Buscapiés
*Hoy están citados en Palacio Nacional los gobernadores afiliados con el oficialismo. No se dijo si a la reunión asistirá el Presidente, aunque sería raro, pues no ha cumplido el periodo de convalecencia comúnmente prescrito para el covid.
*Tan no es factible que reaparezca en público López Obrador en “dos o tres días”, que ayer se pospuso la cumbre de la Alianza de Países de América Latina y el Caribe, convocada por él y que estaba programada para el 6 y 7 de mayo.