A Julio Galán se le conoció como ese pintor que irrumpió en los años 80 con obras neomexicanistas y autorretratos que evocaban su mundo interior. Pero, ¿cómo se le podría releer al artista en el siglo 21?
La expo «Un conejo partido a la mitad», que abre hoy en Marco bajo la curaduría de Magalí Arriola, busca dar una respuesta.
«La idea es volverlo a enmarcar fuera de lo que fue el discurso de los 80 y los 90 del neomexicanismo, algo que de alguna manera limitó mucho las lecturas y el acercamiento a la obra de Julio», señaló Arriola, también crítica de arte.
«Es algo de lo que él renegó mucho. No le gustaba que lo asociaran con el neomexicanismo, con Frida Kahlo».
Nacido en Múzquiz, Coahuila en 1959, Galán llegó a los 9 años a Monterrey. Aquí comenzó a cursar Arquitectura en la UDEM, que dejó inconclusa para dedicarse por completo a las artes visuales.
El «niño terrible», fallecido en 2006, irrumpió con obras desafiantes. Su trabajó se enmarcó en el neomexicanismo, movimiento que retomaba aspectos de la cultura nacional. Y sus autorretratos eran leídos como una introspección.
«Me interesaba mucho reposicionar y volver a poner en perspectiva la obra de Julio Galán», comentó la Arriola, directora del Museo Tamayo de la Ciudad de México, donde la expo se montó originalmente el año pasado.
Para esta revisión, la curadora se centra en el proceso artístico del artista y su relación con la fotografía y el performance, así como la exploración del género y las identidades que hacía a través de sus autorretratos.
Son más de 80 obras, en su mayoría pinturas y algunas esculturas, así como más de 50 retratos que le realizaron Graciela Iturbide, Juan Rodrigo Llaguno, Enrique Badulescu y Francisco Barragán.
«El meollo de la exposición era la relación que él establece también con la fotografía en su proceso artístico», explicó Arriola en entrevista.
«No sólo utilizaba la foto como una especie de bocetos para sus obras, sino a veces para elaborar una especie de reflexión o de segunda lectura o punto de fuga que tienen algunas de sus obras».
Galán acostumbraba pedir a los fotógrafos que lo retrataran de las maneras que él ya tenía planeada y con evidente performatividad. Las imágenes eran su base para después realizar sus obras, aunque él nunca las exhibió en sus exposiciones.
No se trata de una expo retrospectiva ni cronológica, sino trasversal, con núcleos temáticos donde se pueden observar los asuntos que el pintor abordaba: infancia y adolescencia, violencia intrafamiliar y de género, así como el despertar de la sexualidad.
ROMPER EL BINARISMO
Se suele pensar que Galán utilizaba el autorretrato como forma de introspección, pero con esta expo la curadora intenta mostrar cómo el pintor en realidad rompe con el binarismo de las identidades.
«La idea de la autorrepresentación y del autorretrato tiene más que ver con esta especie de desdoblamiento, con asumir distintas identidades, ya sea vestido de china poblana o poniéndose plumas en la cabeza», apuntó Arriola.
Un ejemplo se puede ver con Aurelio y Aurelia, los muñecos preferidos de Galán que se pueden encontrar en la muestra.
«Él mismo se refería a Aurelio como a su alter ego», dijo la curadora.
«Tiene mucho que ver con esta idea de utilizar el retrato para referirse a la identidad como cambiante, fluida».
Quizá esta característica ha hecho que Galán sea reconocido como una figura importante para las generaciones actuales. Al menos eso fue lo que pudieron descubrir al montar la obra en el Museo Tamayo.
«Todo el tema de las identidades es importante para las nuevas generaciones», dijo Arriola.
Galán residió en Nueva York entre los 80 y los 90, donde trabajó con galeristas y creció en su carrera a nivel internacional.
No fue fácil reunir sus piezas: el 70 por ciento que se exhibe provienen de coleccionistas regiomontanos y algunas no fueron vistas en la selección que se montó en el museo capitalino.
Traer la muestra a Marco no sólo abre la oportunidad de una nueva lectura del artista: tal vez también plantea una nueva perspectiva de Galán hacia el futuro.
«Me atrevería a decir que tendremos a un Julio Galán nuevamente internacional», apuntó Taiyana Pimentel, directora de Marco, «y nuevamente reposicionado tanto en la historia de las exposiciones de arte contemporáneo como en el mercado internacional».
