Victor M. Narváez García
Muy “desabridas”, poco concurridas, desairadas, póngale usted el adjetivo que quiera pero es la realidad, las campañas nomás no levantan!, es más ni siquiera la estructura “dura” de los partidos está participando.
Y eso es preocupante, no porque “uno” sea parte directa de ese proyecto, ¿imagina que la sociedad desatienda por completo el tema?, pues “ora si” que los “vividores políticos” tendrán “manga ancha” para hacer y deshacer, si es que no lo hacen ya.
Son varias las posibles causas que pudieran estar causando este comportamiento desabrido, que, dicho sea de paso, nunca se había palpado.
¿Se perdió toda credibilidad en los actores políticos?, las “propuestas” no son tales?, tan malo el pinto como el colorado? o ya está definida la sociedad por quien va a votar que desatiende toda esta parafernalia política?.
¡Es más ya ni siquiera, la mercadotecnia chafa de hacerse el gracioso o “muy humano” ha dado para “prender” la campaña, ya ni con acarreados! y eso ya es mucho.
Los debates, no dieron para acaparar la atención de la ciudadanía tal vez porque no llegaron a tener el nivel requerido para llamarlos debate.
Recuerdo que, en anteriores campañas, tuvieron que cerrar con bailes o conciertos para más menos darle “punch” a muy alto costo para la ciudadanía queda claro.
Es imperante cambiar el esquema de hacer proselitismo, sea la causa que sea de las mencionadas arriba el actual método ya no da para más, poco útil y poco provechoso lo cual lo convierte en un esquema inútil.
Una parte esencial para “prender” una campaña y hacer partícipe a la ciudadanía definitivamente es el candidato y con todo lo revisado, pues no hay mucho de donde escoger, “ni chana ni Juana” dan fortaleza, credibilidad o esperanza al proyecto que encabezan con su respectivo partido.
Lo anterior se “ve a leguas”, juzgue usted, las campañas de TODOS los participantes están basada en el (posible o ya demostrado) defecto del contrincante, es decir, aceptan no ser buenos si no menos malos, qué mal manejo de sus operadores políticos el fincar las esperanzas de triunfo en los defectos del otro.
Cuando hablábamos de “campañas caras” estaba referido a recursos, hablar de “campañas flacas” es referido a la poca oferta política digna y por ende poca o nula esperanza de crecer dignamente como sociedad y país.
En oportunidad (espero y aun tengamos otra) interesante sería que nosotros como sociedad propongamos la forma de seleccionar candidatos y sus proyectos, porque a cómo vamos ya nadie los quiere, les cree y si la sociedad se desatienda de la política, ahora si estamos en un serio problema, así como estamos queda pintadita la frase del buki “¿A dónde vamos a parar”?