La vida es caprichosa y un hombre que durante más de 30 años se jugó la vida en medio de los pitones de los toros, Rafael Ortega, falleció hoy como consecuencia de un infarto que sufrió la semana pasada a los 53 años.
Ortega acompañaba a sus hijos quienes se estaban preparando para un maratón deportivo y en la alberca de un hotel en Estados Unidos sufrió un infarto.
Versiones hablan de que no lo pudieron auxiliar con rapidez, lo que originó que el agua penetrara en sus pulmones y en el cerebro.
Este domingo le realizaron estudios médicos en los que se determinó que padecía muerte cerebral.
En unas horas la familia decidirá lo que sucederá con sus restos.
Rafael Ortega Blancas fue uno de los toreros más constantes en la historia de la fiesta brava mexicana.
Su toreo, siempre variado, entregado y lúcido en los tres tercios de la lidia, le significó el respeto y cariño ante la mayoría de los públicos que le vieron torear.
Pisó los principales ruedos del mundo taurino.
Desde hace algunos años, enfocó su carrera taurina a ser empresario, apoyando también la carrera de algunos toreros que lo necesitaban.
Durante la pandemia fue el que más festejos montó en el estado de Tlaxcala, su tierra natal.
