GUADALAJARA, Jalisco.-El Cardenal Juan Sandoval Íñiguez no tiene dudas; a su antecesor, Juan Jesús Posadas Ocampo, lo mató el Estado, pero ya nadie lo reclamará.
El hoy Arzobispo emérito -quien este año celebró su cumpleaños 90- observó que la Iglesia lo dejó solo, pues fue el único jerarca en exigir justicia. Otros se pusieron de lado del Gobierno, apuntó.
En entrevista para Grupo REFORMA, señaló a los hermanos Arellano Félix, líderes del Cártel de Tijuana, como pieza crucial para determinar la tesis que defiende; incluso, confesó que de alguna manera tuvo contacto con ellos.
Sobre su eterno detractor, el ex Procurador federal, Jorge Carpizo McGregor, no vaciló en tildarlo como el autor material del crimen, pero también sostuvo que fue asesinado por quienes ordenaron el crimen de Posadas Ocampo.
¿Insiste que fue crimen de Estado?
Llegamos a saber por declaraciones ministeriales que al Cardenal lo mató la PGR, al mando de León Aragón (director de la Policía Judicial), por orden de Carpizo. Esta declaración, así de clara, la hizo al último Benjamín Arellano Félix, estaba ya preso en abril de 2011.
Dijo: ‘tráiganme a (Jorge) Carrillo Olea y a Carpizo, para que declaren también ellos’. ¿Qué pasó? A los ocho días extraditaron a Arellano Félix a Estados Unidos para que ya no se le preguntara.
Probablemente fue por ese reclamo del Cardenal Posadas en Los Pinos, de que gente de alto nivel del Gobierno estaba implicada en el tráfico de drogas y en la prostitución, la trata de blancas. Lo amenazaron, desde ahí le entró mucho miedo. Al mes de ese reclamo lo matan.
Otra teoría habla de la participación de los masones…
Puede ser que hayan sido Herodes y Pilatos; unos y otros. El Cardenal tuvo mucho que ver en los arreglos para que la Iglesia fuera reconocida jurídicamente, eso no le podía traer más que mala voluntad de los masones.
En 2012 falleció Carpizo («lo fallecieron», interrumpió Sandoval Íñiguez) y usted dejó el Arzobispado de Guadalajara, ahí se estancó el caso. ¿Qué sucedió?
¿Hasta dónde sabemos? Hasta Carpizo, que él era el Procurador, que él mandaba. A él le encargaron matar al Cardenal y tapar el crimen, no lo pudo tapar porque cometió el error de asesinar al Cardenal en un lugar público.
Como la investigación llegó hasta él, pues los políticos qué pensaron: nadie va a creer que Carpizo, de sus pistolas, decidió matar al Cardenal. Hay peligro de que lo obliguen a declarar. En marzo (2012) Carpizo entró al (Hospital) Ángeles, porque traía una hernia diafragmática, o sea en el pellejo, que no es peligrosa. Llegó a la plancha ya muerto.
¿Alguna vez lo buscó el narco?
La mamá de los Arellano Félix, ella sí vino y me trajo dos, tres cartas de ellos, bien redactadas, decían: «Nosotros nunca hubiéramos atentado contra un sacerdote, menos contra un Cardenal. Seremos lo que seremos, pero no lo hicimos nosotros». Eso está declarado.
¿Qué opina del papel del nuncio Girolamo Prigione?
El Nuncio era muy del PRI, era muy del gobierno. La verdad es que cuando murió el Cardenal no quiso reclamar en su calidad de Nuncio, los demás obispos tampoco quisieron reclamar. El único que empezó a reclamar fui yo, porque yo sí sabía que era un crimen de Estado.
El Nuncio alguna vez me dijo: Bájele, su vida está en peligro.
Mire, señor Nuncio (respondió Sandoval Íñiguez) ya entramos en gastos, hasta donde dé.
Pero mire (insistió el Nuncio) Carpizo la trae con usted. Falta que usted declare que Carpizo es un hombre decente, un buen político.
Yo no voy a declarar (remató el hoy Arzobispo emérito).
¿Considera que el Cardenal Posadas es un mártir?
Murió por reclamar la moral a nivel nacional, él se preocupó por la Nación, tuvo el valor de ir a reclamar al Gobierno federal y claro que es un mártir: de la verdad y de la moral.
El tiempo lo dirá si Dios tiene previsto que lo canonicen. Yo no soy adivino.
¿Habrá justicia?
Ya para arriba no se sabe nada, ni se va a saber ni se va a investigar ni de parte de la Iglesia ni de parte del Gobierno.
¿Cómo fue su relación con Posadas Ocampo?
Tuve muy poco trato. Él llegó aquí a Guadalajara en julio de 1987, yo era Rector del Seminario y al poquito tiempo me mandó de obispo a Ciudad Juárez.
Rumores indican que le hablaron mal de usted y por eso lo movió…
Le calentaron la cabeza al Cardenal Posadas de que yo era una persona muy difícil de carácter y que le podía dar problemas en su servicio episcopal. Puede ser que el Cardenal haya querido: ‘quítenmelo, llévenselo de aquí’.
«Nadie sabe para quién trabaja», es un dicho que aplica en el vínculo entre los dos prelados tapatíos. Cuando Juan Jesús Posadas Ocampo arribó como Arzobispo a Guadalajara, en 1987, renovó una casa de campo adquirida por Francisco Orozco y Jiménez.
Sólo vivió seis años ahí. Después, Sandoval Íñiguez tomó posesión y ha sido su morada durante 29 años.