Pascal Beltrán del Río
Sheinbaum, Ebrard y la elección del Edomex
Mucho se ha dicho que la elección de gobernador del Estado de México –la entidad con mayor población del país– será un termómetro de los comicios presidenciales y legislativos del año entrante.
Aunque es cierto que se puede ganar la gubernatura mexiquense y, un año después, perder la Presidencia de la República –como le pasó al PRI en 1999, 2005 y 2017–, también lo es que el resultado que arrojen las urnas el domingo 4 de junio seguramente tendrá un efecto fuerte sobre el estado de ánimo de los votantes de cara al proceso de 2024.
Pero, antes que ser un factor en la disputa entre el oficialismo y la oposición, lo será en la carrera por la candidatura presidencial de Morena, que, a decir de Mario Delgado, dirigente nacional del partido, se iniciará una vez que se realicen las elecciones en ese estado y en Coahuila.
Veamos:
Una victoria de la morenista Delfina Gómez con amplio margen enviaría el mensaje de que el presidente Andrés Manuel López Obrador no necesita preocuparse, pues, tome la decisión que tome respecto de cuál de sus corcholatas será la ungida –no nos engañemos: la decisión no la tomará la “gente” a través de una encuesta, sino él–, habrá continuidad en el Ejecutivo, ya que Morena y sus aliados ganarán la elección del año entrante.
Ese escenario es el que más le conviene a la jefa de Gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum, y el que quizá pone al canciller Ebrard en la peor situación.
Además, podría desmoralizar e incluso dividir a la oposición, lo cual facilitaría más la decisión a favor de la aspirante favorita del Presidente.
En cambio, un triunfo apretado de Delfina podría abrir una caja de Pandora en el seno del oficialismo, pues, por un lado, limitaría el discurso divisionista en la oposición y, por otro, crearía la impresión de que la elección de 2024 no puede darse por ganada, por lo cual el Presidente no tendría la misma libertad de enfrentarla con la corcholata que más le guste y que tenga que hacerlo con la que le asegure el triunfo.
Esto último fortalecería la posición de Ebrard, cuyo perfil e historia hacen pensar en él como alguien que eventualmente puede atraer votos de priistas y panistas de clase media, a diferencia de Sheinbaum, quien no sólo no resulta atractiva para ese sector del electorado ni se ha esforzado mucho por conquistarlo, sino que fue rechazada por él en los comicios de 2021.
Un resultado cerrado en el Edomex a favor de Morena elevaría el costo de postular a Sheinbaum, ya que daría a Ebrard la posibilidad de pensar en una candidatura por fuera del oficialismo, sobre todo si es víctima de una encuesta poco creíble.
Al fin y al cabo, será Ebrard quien dé credibilidad al proceso interno de Morena. Si por alguna razón él ganara la postulación, no es imaginable que Sheinbaum se inconforme públicamente. Pero si la gana ella, sobre todo en un contexto de un resultado peleado en el Edomex, el canciller tendría en sus manos decidir si la encuesta con la que perdió fue limpia o no, especialmente después de que él validó el sondeo que dio la candidatura presidencial del PRD a López Obrador en 2012.
El tercer escenario, el de una derrota del oficialismo en el Estado de México, no se ve en estos momentos muy factible, pero tampoco puede descartarse. En caso de que se diera, las consecuencias para la candidatura de Morena en 2024 no están muy claras. Por un lado, podría venir una radicalización del Presidente, lo cual posiblemente favorecería a Sheinbaum, pero, por otro lado, también es posible que la reacción fuera un corrimiento al centro político, aupado por la perspectiva de una derrota el año entrante, cosa que podría fortalecer las aspiraciones de Ebrard.
En todo caso, habrá que esperar el resultado de la elección del Edomex. Si bien ésta no es un oráculo de la sucesión presidencial, sí tiene en estos momentos la capacidad de incidir en la decisión sobre quién representará al movimiento lopezobradorista en la boleta en 2024, así como en el ánimo de los electores que irán a las urnas el año que viene.