Por Antonio Zamora
La parábola del samurái, dos puntos y aparte:
En Japón, en un pequeño poblado no muy lejos de la capital, vivía un viejo samurái…
Un día, mientras el samurái instruía a sus aprendices, se le acercó un joven guerrero, muy conocido en el lugar por su rudeza y crueldad…
Su forma de ataque favorita era la provocación…
Para ganar, solía sacar de sus casillas a sus contrincantes con insultos y palabras hirientes…
Cuando éstos, irritados, comenzaban a cegarse por la ira y a cometer errores en combate, el joven guerrero aprovechaba la oportunidad para ganarles con facilidad…
Fue entonces cuando el joven guerrero empezó a insultar al viejo. Le lanzaba piedras, le escupía y le decía las peores palabras que conocía…
Sin embargo, el viejo se quedó ahí, haciendo oídos sordos y sin dar pábulo a las hirientes palabras y actos vejatorios del guerrero, como si no ocurriese nada y siguiendo con sus enseñanzas…
Al final del día, el joven guerrero, cansado y enfurecido, se marchó a casa…
Los aprendices, sorprendidos de que el viejo samurái hubiese soportado tantos insultos, le preguntaron, dos puntos y aparte:
¿Por qué no peleaste con él? ¿Tenías miedo de ser derrotado?
El viejo samurái respondió, otros dos y aparte:
Si alguien se acerca con un regalo, pero tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?
A quién lo traía—, respondió uno de sus discípulos…
Bien, pues lo mismo ocurre con el odio, la envidia y las malas palabras. Hasta que no las aceptas, le pertenecen a aquel que las traía…
Cierto día un señor va de cacería al África y se lleva su perrito… Un día en la expedición, el perrito, correteando mariposas se aleja del grupo, se extravía y comienza a vagar solo por la selva… En eso ve a lo lejos que viene una pantera enorme a toda carrera. Al ver que la pantera sin duda se lo va a comer, piensa rápido qué hacer… Ve un montón de huesos de un animal muerto y empieza a mordisquearlos… Entonces, cuando la pantera está a punto de atacarlo, el perrito dice en voz alta: ¡¡¡Ah!!!. ¡¡¡Qué rica pantera me acabo de comer !!! La pantera lo alcanza a escuchar y frenando en seco, gira y sale despavorida pensando, dos puntos y aparte: ¡Quién sabe que animal será ese, no me vaya a comer a mí también! Un mono que estaba trepado en un árbol cercano, que había visto y oído la escena, sale corriendo tras la pantera para contarle como la engañó el perrito… -Cómo serás de estúpida, esos huesos ya estaban ahí, además es un simple perro. El perrito alcanza a darse cuenta de la mala onda del mono… Después que el mono le cuenta la historia de lo que vio, la pantera, muy molesta, le dice al changuito maloso: -¡Súbete a mi espalda, vamos donde ese perro a ver quién se come a quién! Y salen corriendo a buscar al perrito… El perrito ve a lo lejos que viene nuevamente la pantera y esta vez con el mono alcahuete… ¿¿Y ahora qué hago ??, piensa asustado el perrito… Entonces, en vez de salir corriendo, se queda sentado dándoles la espalda como si no los hubiera visto, y cuando la pantera está a punto de atacarlo de nuevo, el perrito dice: ¡Mono hijo de su tal por cual!, hace como media hora que lo mandé a traerme otra pantera, y todavía no aparece…! Moraleja, otros dos puntos y aparte: En momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento… Procura ser tan imaginativo como el perro… Evita ser tan estúpido como la pantera… Pero nunca tan hijo de su …. y alcahuete como el mono… NOS LEEMOS MAÑANA… |