La realizadora Carolina Corral Paredes filma una película que indaga en las emociones de sus personajes y a la vez busca hacer conciencia.
Aristegui
Lina, Angy y Edith son familiares de personas desaparecidas. Se entrenan como peritos forenses para poder participar en la exhumación de más de 200 cuerpos que la Fiscalía de Morelos enterró en secreto, sin investigar qué les pasó o quiénes eran.
Con el objetivo de profundizar en las emociones de las mamás buscadoras de Jojutla, la realizadora y antropóloga Carolina Corral Paredes, filmó el documental Volverte a ver, una producción que acompaña y observa el trabajo de un grupo de mujeres que ante la indiferencia de las instituciones ha decido tomar la iniciativa.
¿Cómo te planteaste abordar una película como Volverte a ver?
Desde el inicio apuntamos a que se trata de unas mamás que están presentes en la exhumación de una fosa común escondida por el gobierno. Además, es una apuesta por hacer cine observacional, trata de no tener entrevistas o voz en off. Manejamos una cámara que pregunta poco y observa más; sigue lo que hacen las familias y cómo se desenvuelven las madres en grupo, cómo son en sus sitios de trabajo y cómo manejan emociones que van desde risas, alegrías, hasta reclamos o llanto. Quería mostrar una cara distinta de ellas.
¿Cómo definiste este punto de vista para contar la película?
Nos tomó toda una fosa definirlo, por eso el documental trata de Jojutla y no de Tetelcingo, en Tetelcingo apenas estábamos asimilando el primer impacto de lo que estábamos viendo. Una vez que asimilé el horror empecé a decidir desde dónde mirar. En Jojutla después de muchos talleres y de opiniones relacionadas decidimos poner el foco en las mamás y no en los funcionarios, ahí fue cuando todo tomó sentido.
A través de las madres buscadoras planteas otra forma de entender la maternidad.
La tesis de nuestra productora de impacto, Merlé Iliná, trata sobre eso, de por qué son las mamás o las mujeres las que buscan. La conclusión es que las mueve el amor y la fortaleza, no piensan parar de buscar incluso aunque tengan otros hijos. El documental lo empezamos a grabar hace siete años, de modo que sus otros hijos ya han crecido, sin embargo, ellas siguen en la búsqueda de sus propios familiares y de otras personas. Edith Hernández encontró a su hermano en la fosa, pero sigue ayudando a sus compañeras porque se forman nuevas familias.
¿Por qué las madres buscan y los padres no?, ¿qué sucede con los padres?
He observado que los hombres se congelan ante el terror o cuando hay que accionar en situaciones de emergencia. Se quedan en casa y quién sabe cómo procesan lo que sienten, mientras que las mamás actúan, tienen que ponerse manos a la obra con todo y los sentimientos que están llevando por dentro.
Tu película es sobre las buscadoras de Jojutla, pero cada vez hay más buscadoras en México, ¿qué lectura haces con todo lo que está pasando y de la relación que hay con el Gobierno federal?
Esto no ha parado y dudo que pare pronto porque no han cesado las desapariciones. Oficialmente se habla de 120 mil desaparecidos, pero falta la cifra negra. Hay un montón de mamás y familias mexicanas buscando, y la mayoría coinciden en que con esta administración nada ha cambiado y por el contrario, se les ignora. Acaba de fallecer Mario Vergara, uno de los pioneros de la búsqueda en campo y quien les enseñó muchísimo a las mamás. Son un montón las mamás que inician las búsquedas y una vez que hacen hallazgos llaman a la Fiscalía y al SEMEFO para que recojan los cuerpos. Esto va a seguir así hasta que no se vea un Estado efectivo.
¿Como directora cuáles son los límites que te planteaste al hacer esta película?, ¿hasta dónde contar y hasta dónde exponer a tus personajes?
Hasta donde sepamos la verdad. Todavía hay un montón de preguntas y de información que nos deben sobre las fosas de Tetelcingo y Jojutla. Respecto a las mamás muestro hasta donde ellas decidan y quieran. La exposición es un arma de doble filo, por un lado, te protege y por otro te vuelve vulnerable porque empiezas a ser una piedra en el zapato y hay que cuidarse las espaldas. Las mamás también son atacadas como los defensores de derechos humanos, han asesinado a varias buscadoras.
¿Ha cambiado el trato hacia ellas por parte del gobernador Cuauhtémoc Blanco?
Cuauhtémoc no hace absolutamente nada. La cuestión es que no ha cambiado el fiscal, sigue siendo Carmona Gándara puesto Graco Ramírez. Gándara ha sido muy despectivo hacia los movimientos feministas, hacia las mamás buscadoras y hacia la gente que desaparece. Durante sus nueve años como fiscal no ha cambiado mucho la situación.
¿Como directora sientes responsabilidad hacia tus personajes? En ocasiones, madres buscadoras o personajes en situación vulnerable sostienen que los realizadores o cineastas van, cuentan sus historias y luego los abandonan.
En mi caso empecé a tocar estos temas desde que me involucré en el Movimiento por la Paz en 2011. Son asuntos que me importan como ciudadana y activista, no fui una cineasta que se acercó a tocar el tema de moda. Terminamos de grabarla hace tres años y no nos hemos dedicado a proyectarla sólo dentro del circuito cinematográfico. La hemos puesto al servicio de las mamás. Nos han pedido que la llevemos a sus plantones y hemos realizado proyecciones en la Secretaría de Gobernación y en el Zócalo. Nos aliamos con Ecocinema que es una pantalla inflable que se proyecta en espacios públicos, la proyectamos en la Brigada Nacional de búsqueda en Morelos ante 200 familias. Queremos que la película les sirva, que la gente se pregunte cómo puede ayudar a las mamás. En la medida de lo posible queremos continuar siendo una herramienta de difusión, de concientización y de toma de acciones concretas.