Yuriria Sierra
Un hombre “inocente”
Trump ha repetido la técnica: entre las acusaciones, la convocatoria de donación para su campaña…
Cuando, hace unas semanas, Donald Trump fue encontrado culpable de difamar y abusar sexualmente de la escritora Elizabeth Jean Carroll, la opinión pública más sensata de su país (y fuera de él) esperaba que el veredicto sepultara sus posibilidades para lograr la candidatura republicana rumbo a la sucesión. Sin embargo, eso no sucedió. No había elementos para creer que sería distinto, aún con otro proceso en curso: “A finales de marzo recaudó más de cuatro millones de dólares en las primeras 24 horas, tras la decisión del Gran Jurado de Nueva York de imputarlo por 34 delitos por el caso Stormy Daniels, y tres millones más en los siguientes días, este jueves Trump se ha dirigido directamente a potenciales donantes, tradicionales o nuevos…”, recuerda María Antonia Sánchez Vallejo en El País.
Este viernes, se reveló que el expresidente tiene 37 delitos y 31 cargos de retención deliberada de información sobre su espalda, pero ya no por asuntos relacionados a su vida privada, ahora Trump debe resolver otro pendiente, éste sobre su paso por la Casa Blanca. Acusaciones que van de la retención no autorizada de documentos clasificados a la conspiración para obstruir la justicia. Eso que, dice, no sabía que debía regresarlos tras el fin de su mandato.
Así como otros líderes deseosos de ocupar un lugar en la historia (que ya ganaron con los números rojos que dejan sus gobiernos en materia de seguridad), el republicano también lo tendrá, de manera negativa. Trump representa para Estados Unidos un precedente, nunca antes uno de sus expresidentes se había enfrentado a sendas acusaciones. En el espíritu democrático hay espacio para figuras con él, con todo y lastres, capaces de crecer en los momentos más convulsos, si ha logrado recaudar fondos de nuevos votantes, ¿por qué no seguir a la cabeza de las preferencias entre los aspirantes a la candidatura de su partido? En medio de las varias acusaciones que tiene en su contra, Trump sigue encendiendo el discurso como sólo él sabe hacerlo, a través de la narrativa nacionalista. Ni siquiera una figura como Ron DeSantis ha logrado los ecos trumpistas.
“Soy un hombre inocente, no he hecho nada malo”, afirmó en un video el también empresario en la red social que se hizo a medida, tras el veto de las otras plataformas debido a su injerencia en el asalto al Capitolio. Sí, hecha a medida porque la narrativa de la censura y el respectivo victimismo que la acompaña es, para algunos, la vía para mantener encendida a su base, porque además sabe que, al menos por ahora, ninguna acusación pone en riesgo su deseo de llegar de nuevo a la Casa Blanca, por eso le es tan fácil llamarse “inocente”. Por lo pronto, ha repetido la técnica y, entre las acusaciones, la convocatoria de donación para su campaña… Ya veremos al puerto al que llegará en próximos meses, así como el tamaño y fortaleza del navío demócrata que buscará dejarlo atrás, sin posibilidades…