Federico Reyes Heroles
¿Desalmados?
Hannah Arendt alegó que el individuo era un pobre diablo, atrapado en un sistema con estructuras de maldad.
Escuchamos las sirenas detrás de nosotros. Un grupo de periodistas cruzábamos La Moneda, allí donde se perpetró el golpe a Allende. De pronto, entre las banderillas del auto, descendió el mismísimo Pinochet. Subió un par de peldaños, se volvió a vernos y comenzó una perorata. Quedé parado cerca de él: fue un encuentro con la encarnación del mal. El uniforme, el bigotillo grisáceo, la voz tipluda.
El suceso provocó en mí curiosidad sobre el tema. Al no ser creyente, la versión maniquea de los buenos, siempre buenos y los malos que siempre lo serán, me parece bastante simplona. Además, cancela las posibilidades de voluntad, en el fondo es una condena. La condición humana es muy compleja. Después de releer Los miserables, de estudiar la actitud de Víctor Hugo frente al tema, tiendo a pensar que el ser humano se transforma y transforma las propias circunstancias, las vamos construyendo. A eso se le llama civilización, un ámbito en que la ética y la voluntad nos permiten corregir debilidades, controlar odios o instintos malignos. En el supuesto de aquel día, si hubiera tenido una pistola conmigo, no la habría disparado contra él, la batalla era otra.
El tema es fascinante, recordemos las críticas a Hannah Arendt por sus escritos sobre el juicio en Israel a Adolf Eichmann. La expectativa era la de una condena sin concesiones al asesino alemán. Pero Arendt alegó que el individuo era un pobre diablo, atrapado en un sistema con estructuras de maldad. Hace más de dos décadas, un querido amigo –José María Pérez Gay– me regaló un auténtico tratado de un brillante filósofo alemán, Rüdiger Safranski: El mal o El drama de la libertad. La maldad también es una opción. Conclusiones: hay maldad innata, sí. Hay proyectos que enferman de maldad a los individuos, sí.
Cinco años de actos gubernamentales absolutamente innecesarios, pero con un denominador común: parecieran dictados por la maldad. ¿Qué se ahorró el país eliminando las estancias infantiles? ¿Qué ánimo guía el desabasto de medicinas ¡por cinco años!? ¿Cuál es la pulsión que llevó a impedir que los medicamentos llegarán a los niños con cáncer? ¿Por qué no aplicar, como se venía haciendo, el cuadro básico de vacunación? Veremos de nuevo a niños con polio y sarampión. Todo indica que con las vacunas contra covid se procedió siguiendo la teoría del “rebaño”: se mueren muchos, pero no gastamos. ¿Por qué dar la espalda a las justas demandas de las mujeres? ¿Cómo explicar el desprecio por la condición de los migrantes? Las escenas muestran deshumanización. Y qué decir del brutal recorte a las instituciones de salud. Pemex deberá pagar más de ¡18 mil mdd de deuda! Además, lo gastado en la interminable refinería será el doble de lo previsto: 9 mil mdd extras. Hay todo para los fierros, se pagan con vidas. Alguno o varios desalmados rondan, personas que cometen acciones… crueles “sin mostrar pena o compasión…”.
La historia no acaba. Hace unos días, la doctora Ann Ximénez-Fyvie, científica muy acreditada aquí y en otros países, afirmó que el famoso “doctor de la muerte”, encargado de la pandemia, supo y permitió que las vacunas aplicadas fueran diluidas. México tuvo frente al covid uno de los peores desempeños del mundo. Hay más, no acaban. La semana pasada se cancelaron, de un plumazo, varias normas oficiales mexicanas, que obligaban a prevenir y tratar el cáncer de mama, primera causa de muerte entre mujeres de 20 y 50 años, y también el cervicouterino, hoy con una bajísima prevención, a pesar de los avances científicos. Decenas de millones de mujeres quedan expuestas. ¿Qué es esto? El Instituto Nacional de Cardiología informa que siete de cada 10 pacientes llegan con cáncer avanzado por falta de previsión. Patricia Olamendi advierte que, con la cancelación de las NOM, el cáncer de mama y el cervicouterino se dispararán, condenando a muchas mujeres a la muerte.
¿Izquierda? No, desalmados.
Recuperar un gobierno, sin crueldad, con empatía ¿es acaso mucho pedir?