Fabiola Sánchez
Poseedores del cofre que contiene sabiduría, experiencia, pero además son –todo terreno- porque en su versatilidad se han adaptado a cualquier escenario por más difícil que sea, la población del Asilo de Ancianos celebró ayer anticipadamente el Día del Padre con música, baile, sonrisas, y abundante manantial de recuerdos al lado de sus seres queridos.
Elegantemente vestidos con ropa de vestir perfectamente planchada, corbata y calzado bien lustrado, las cabecitas blancas celebraron el Día del Padre al ritmo de la música de un saxofonista que parece competir con la música del trinar, el canto de los pájaros, ahí en el asilo la soledad siempre ha sido desterrada, hay camaradería de juventud y una vacuna que blinda la tristeza.
Francisco Almaraz de la Rosa, originario de San Buenaventura, con sus 94 años de edad, es el inquilino del asilo más longevo, nació en 1929 en tiempos en que el Presidente de México era Emilio Portes Gil, tenía 13 años cuando el ingeniero Harold Pape instalaba sus fierros para la puesta en marcha en 1942 de Altos Hornos de México.
El saxofonista apenas empieza con sus primeras notas musicales que invitan a bailar, e inmediatamente el ex alcalde monclovense César García Valdés sale a sacar brillo al piso con una dama que accede a acompañarlo en la pieza. El sitio es fresco, abundante sombra por la vegetación, el inmueble tiene minisplits, aparatos de aire húmedo y de aspas.
García, ex edil de 1982 a 1984 charla amenamente en su mesa con el ex agente del Ministerio Público, Francisco Alcocer Jiménez; el ingeniero Guillermo Portales quien laboró muchos años en AHMSA y Francisco Almaraz, no muy lejos de ahí está también al lado también de su familia Eliseo Valdés Nolasco quien en 1989 fue jefe de la ahora desaparecida Policía Judicial del Estado.
El equipo de colaboradores, personal médico y enfermería del patronato que preside doña Juanita Vázquez Charles, siempre atento a la festividad, las instalaciones del Asilo de Ancianos es un sitio fresco, alegre, de abundante sombra, ahí se respira tranquilidad, la limpieza brilla por todos lados.
Los candentes rayos solares del exterior, contrastan con una mañana fresca donde los adultos mayores sonríen, la espalda curva, las bolsas en los ojos, y su lento andar son las huellas de muchos años de vida, son seres todo terreno, y con una felicidad envidiable.