Yuriria Sierra
¿Una secretaría de la 4T?
Marcelo Ebrard, una de las corcholatas punteras de la contienda interna de Morena, planteó la creación de una “Secretaría de la Cuarta Transformación.
La política siempre ha estado compuesta de propuestas, claro, pero en la misma medida (o quizá más aún) de estrategias (para ganar y conservar el poder y avanzar las agendas políticas, y sólo algunas veces para implementar políticas públicas). Ayer, Marcelo Ebrard, el ahora exsecretario de Relaciones Exteriores y una de las corcholatas punteras de la contienda interna de Morena, planteó la creación de una “Secretaría de la Cuarta Transformación”, la cual sería dirigida por Andrés Manuel López Beltrán, hijo de Andrés Manuel López Obrador. Esta propuesta ha generado un intenso debate sobre la conveniencia (para la propia campaña de Marcelo) de realizar una propuesta de esta naturaleza.
Y es que la propuesta de Ebrard de crear una secretaría de Estado específicamente dedicada a la 4T y dirigida por el hijo del Presidente plantea serias interrogantes sobre la intención detrás de esta iniciativa. Por supuesto que la primera reacción es pensar que Ebrard está enviando a AMLO un clarísimo mensaje: yo no tocaré a tu familia ni nada de todo aquello que pueda rodearla. Ya había dicho Marcelo en una entrevista reciente que el único que sí ha sido sucesor de López Obrador (en la CDMX) ha sido él y que, por lo tanto, ya lo conoce. La propuesta de ayer parecería intentar subrayar ese mismo mensaje con la garantía adicional de que la familia López podrá seguir en el corazón de la administración pública.
Porque, evidentemente, es inevitable preguntarse si la creación de una secretaría de la 4T es realmente necesaria y como para qué. Ya existen instituciones y dependencias gubernamentales encargadas de abordar los temas que, se supone, forman parte de esta transformación. ¿Por qué entonces la necesidad de una entidad separada? Parece más bien una forma de centralizar aún más el poder y otorgar una posición privilegiada a una persona cercana al Presidente, dentro de estos intentos (a veces desbordados) de todas las corcholatas, todas, de agradar, complacer y halagar al inquilino de Palacio Nacional, por si acaso aquello del dedazo no toque su fin a manos de la encuesta.
Si bien es cierto que los familiares de los políticos no deben ser automáticamente excluidos de la participación en el gobierno, es esencial asegurar que los nombramientos se basen en la experiencia y las capacidades de los individuos y no simplemente en su relación familiar. Pero hay quienes ven en la invitación realizada a López Beltrán (quien ayer mismo agradeció, pero declinó con elegancia) una estrategia de Ebrard para forzar definiciones.
Lo cierto es que la propuesta a muchos les recordó el riesgo de una posible perpetuación familiar en el poder, como ha ocurrido en muchos países de América Latina (particularmente los Kirchner y los Fujimori): un precedente peligroso que podría socavar los principios de la democracia y la alternancia política.
Valdrá la pena que Ebrard y su equipo se pregunten si en su intento de ganar algunas voluntades morenistas no se arriesga a perder las neutrales que lo veían con buenos ojos.