Pascal Beltrán del Río
Espectacular inequidad
La imagen de Adán Augusto López Hernández, exsecretario de Gobernación, aparece en al menos 190 anuncios espectaculares a lo largo del país –de Tampico a Oaxaca y de Tijuana a Cancún–, en el marco de una campaña presidencial adelantadísima, en la que también se anuncian por ese medio, aunque en menor medida, el excanciller Marcelo Ebrard y la exjefa de Gobierno capitalina Claudia Sheinbaum.
Con ayuda de tuiteros y corresponsales de nuestro diario, el pasado fin de semana este columnista documentó con fotografías un conjunto de espectaculares de las corcholatas, que seguramente son apenas una parte de los que existen. Los informantes proporcionaron, además, las direcciones en las que se encuentran los anuncios, en carreteras y 50 núcleos urbanos de las 32 entidades federativas.
Estos anuncios del exgobernador de Tabasco casi triplican los espectaculares que hay de Sheinbaum y Ebrard juntos, pues ellos tienen 40 y 34, respectivamente, de acuerdo con el mismo recuento. Así que “piso parejo” no hay en esa contienda, al menos en ese rubro.
Por cierto, la lista no incluye las bardas y lonas que hay por todo el país, con el nombre de alguna de las corcholatas, ni los anuncios colocados sobre puentes –los cuales violan, además de otras disposiciones, la regla de no usar la infraestructura urbana para fijar propaganda política– ni aquella publicidad que aparece en las unidades de transporte público de varias ciudades.
Otros aspirantes presidenciales que tienen espectaculares con su nombre y foto son el verdeecologista Manuel Velasco, el panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca, la priista Claudia Ruiz Massieu y el perredista Silvano Aureoles, aunque en una proporción mucho menor que las tres corcholatas mencionadas.
De acuerdo con las imágenes proporcionadas, algunos ejemplos de estos espectaculares son los siguientes: uno de López Hernández, en avenida Héroe de Nacozari sur, casi esquina con avenida Aguascalientes, atrás de la florería Arlette y de la refaccionaria Tamer, en la ciudad de Aguascalientes; otro de Claudia Sheinbaum, sobre el bulevar Nazario Ortiz, a un costado del Templo Masónico, casi frente a la tienda de autoservicio mayorista Sam’s, en Saltillo, Coahuila, y uno más de Marcelo Ebrard sobre la costera Miguel Alemán, en Acapulco, Guerrero, detrás de la disco Baby’O.
Será difícil que, al revisar estos casos, a petición de partidos políticos que ya han presentado quejas, la autoridad electoral no tome en cuenta este tipo de publicidad, por un lado, como una potencial violación a la legislación electoral y, por otro, como parte de los gastos de campaña de quienes así se promueven, en caso de que alcancen una candidatura formal en 2024.
Como he venido diciendo en este espacio, las leyes en materia electoral se fueron afinando a lo largo de varios años para evitar que individuos o partidos pudieran tomar ventaja sobre otros y que los comicios dejaran de ser una fuente de reclamaciones por parte de los candidatos, particularmente los de oposición que pudieran tener desconfianza respecto de cómo se benefician los del oficialismo, por su acceso a apoyos por parte del gobierno en turno.
Esa equidad que se había ido construyendo ha quedado pulverizada en la actual temporada electoral. Va a ser muy difícil que los millones de vistas que han tenido los espectaculares y otras formas de propaganda empleadas por las corcholatas se compensen cuando se inicien las contiendas formales. Los aspirantes del oficialismo –y también las figuras de la oposición que se anuncian en enormes letreros semejantes– han tomado una ventaja indebida sobre otros.
La única manera de emparejar un poquito la competencia que se dará el año entrante –por la Presidencia de la República y centenares de cargos más–, es que la autoridad electoral se tome en serio su trabajo y deje de hacer como que no está ocurriendo nada. Si el árbitro no se pregunta de dónde sale el dinero que están usando quienes han atiborrado el país de propaganda, ¿para qué está?