Por Wendy Riojas
A punto de ser ‘linchada’ por obreros que tomaron la Coquizadora de Planta 1, estuvo la esposa de un trabajador de la empresa Altos Hornos de México quien únicamente los abordó para advertirles que acababan con la esperanza de muchos trabajadores.
Lupita Sagaz, quien es esposa de un trabajador que desde los 18 años labora en la empresa Altos Hornos de México (AHMSA) en su afán para que no se acabara con lo poco que queda de AHMSA, acudió a la toma de la Coquizadora en planta 1 para exponerles su punto de vista a los trabajadores.
Sin embargo jamás imagino que los obreros la enfrentarían, la amenazarían con dañarle su automóvil y la correrían del lugar, cuando únicamente les pedía hacer conciencia de que estaban a punto de acabar con la empresa Altos Hornos de México.
En la entrevista relata que su esposo ha trabajado en la empresa Altos Hornos de México desde que tenía 18 años de edad, es decir, que le tienen un cariño especial a la empresa acerera, con la cual, han logrado sacar adelante a su familia como lo hacen 17 mil trabajadores.
Esto, luego de que obreros de la empresa Altos Hornos de México iniciaron la tarde del lunes una protesta y bloqueo que, para la tarde del martes, puso en riesgo un equipo «vital» para la acerera.
“Mi esposo, quien es jefe de ingeniería de proyectos, tiene 6 quincenas sin recibir salario y es empleado de confianza, sin embargo, le tenemos un cariño especial a la empresa Altos Hornos de México”.
Además, relata que le han sucedido tantas cosas en los últimos años por la pandemia de Covid-19 que en la actualidad valora mucho la vida, el trabajo, y las cosas que logró gracias a su trabajo en AHMSA.
Y relata: «Mi esposo estuvo grave de Covid-19 y dengue, superó la situación, yo lo atendí en casa y luego vivimos la pérdida de mi yerno, 5 meses después, por Covid-19, él también era trabajador de Altos Hornos de México”.
Es decir que vivieron la crisis de la empresa Altos Hornos de México y posteriormente la pandemia de Covid-19 ya que refiere: “Lo de AHMSA sucedió antes de pandemia, no es de hace seis meses como piensan muchos”.
Sin embargo, relata, que al escuchar la noticia de que intentaban apagar la Coquizadora de Altos Hornos de México se le hizo fácil acudir para platicar con los trabajadores que impedían el ingreso de pipas de gas.
Y relata: “Se me hizo fácil, no pensé que fuera algo tan peligroso, Yo pasé por donde tenían prendidas las llantas, me puse enfrente de ellos, estacioné el carro y les dijo ‘Buenos días’, y les pregunté porque lo hacían”.
Y añadió: “Yo traía sentimientos encontrados, decía ‘no van a entrar las pipas’ y es lo único que queda, la poquita esperanza que teníamos se acababa y yo les dije ‘¿porque hacen eso?’, ¿Cuánto tienen que no les pagan? Y me respondieron 8 semanas”.
Incluso refiere que les respondió: “Mi esposo tiene 6 quincenas, tampoco ha recibido el ahorro, pero, como es posible que apaguen la poca esperanza que nos queda y me empezaron a gritar muy molestos”.
Entre gritos recuerda que le decían: “¡Vende el carro!”, y ella les respondía: “¿Por qué lo voy a vender? Con trabajitos de llevar gente a algún lugar y ayudarle a una amiga que le va bien sacamos para pagarlo”.
Sin embargo, los trabajadores de Altos Hornos de México que tenían sitiada la Coquizadora de AHMSA le gritaban enardecidos: ¡Vamos a golpearle el carro! Y se empezaron a acercar de forma amenazante.
Y reata: “Si supieras que feo sentimiento. Me decía a mí misma: ‘no puede ser posible lo que estoy viendo’, ‘lo que estoy escuchando’, Yo tengo 53 años, pero, digo, donde quedó la sororidad, la empatía, la libertad de expresión”.
La esposa del trabajador mencionó que en ningún momento los agredió, incitó o provocó, únicamente les decía lo que pensaba, como una familia más que depende de la empresa Altos Hornos de México.
Y refiere: “En ese momento se acercó un señor muy amable y con lágrimas en los ojos me dijo ‘señora le pido por favor que se vaya, porque no los voy a poder detener y van a golpear el carro. Y me quitó las llantas que pusieron atrás”.
La esposa del trabajador, tratando de crear conciencia en los trabajadores les dijo: “Tenemos que pensar con la cabeza y con el corazón antes de hacer este movimiento. Se está acabando lo poco que nos queda”, sin embargo, nadie la escuchó.
En la entrevista con LA PRENSA DE COAHUILA refiere: “Es que yo no tenía miedo, únicamente quería platicar con ellos y decirles que lo estaban haciendo no era correcto, que acababan con la única esperanza”.
“Es increíble que estemos terminando con el sueño del empresario Harold R. Pape, porque no pensar que entre todos podemos hacer cosas pequeñas para poder salir adelante”, expresó.