Pascal Beltrán del Río
¿Y si deveras sacáramos provecho al nearshoring?
No cabe duda que México genera interés en el mundo como destino para las inversiones. A raíz del enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China y de la subsecuente relocalización de cadenas de valor, nuestro país es percibido como uno de los potenciales ganadores del llamado nearshoring.
Y, la verdad, no le ha ido nada mal.
El miércoles se publicó el informe anual de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). De acuerdo con sus datos, correspondientes a 2022, México tuvo un incremento de 12% en la llegada de Inversión Extranjera Directa, sumando 35 mil millones de dólares en el año. Eso lo coloca en el lugar número 11 a nivel mundial.
Como digo, nada mal. Es evidente que nuestro país tiene ventajas sobre otros en la competencia por atraer inversiones en este nuevo contexto internacional. Ser vecino del mayor mercado mundial es uno de ellos, como también el talento y la dedicación de la mano de obra mexicana.
Pero México no debiera confiar sólo en eso. Para comenzar, ninguna inversión es segura hasta que se concreta. Y, luego, el país tiene un potencial que debiera llevarlo a querer más.
Mantener el buen ritmo e incrementarlo, depende de hacer la tarea. Y en ese rubro, andamos flojos. Para llegar a ser lo atractivo que puede ser, México requiere invertir en infraestructura, energía, tecnología, seguridad y capacidades laborales.
Ya he relatado aquí el caso de la empresa de vidrio plano que buscó instalar una planta en Mexicali y que tuvo que desistir de su proyecto, por falta de garantías en el suministro eléctrico. Terminó llevándose su inversión a Texas.
Si bien México ha sacado provecho al nearshoring, hay otros países que —de acuerdo con las mismas cifras de la UNCTAD— lo han hecho mejor.
Uno de ellos es Brasil. El gigante sudamericano atrajo 86 mil millones de dólares en 2022 —más del doble que México—, un incremento de 68.6% respecto del año anterior. ¿Qué lo hace tan atractivo para los capitales neerlandeses, estadunidenses, franceses y españoles, entre otros? Varias cosas. Entre ellas, que su sector energético no está cerrado ni amarrado a criterios ideológicos como el nuestro.
Por ejemplo, Brasil es uno de los países que tiene mayores inversiones en energías limpias. Alrededor de 84% de la electricidad que utilizan los brasileños es generada por fuentes renovables. Para poner ese dato en contexto, el promedio mundial es de 38 por ciento. Tres cuartas partes de las plantas generadoras que se pusieron en marcha en 2021 son eólicas o fotovoltaicas.
Otro rubro que ha favorecido la llegada de inversión a Brasil es la infraestructura. En 2019, el gobierno otorgó concesiones y licitaciones para 36 puertos, 34 aeropuertos, seis proyectos ferroviarios y siete proyectos carreteros. Con ello, se espera crear 1.5 millones de nuevos empleos.
Hay que decir que si bien eso ocurrió durante el periodo del presidente Jair Bolsonaro, el cambio de gobierno no ha significado una ralentización del esfuerzo, pues su sucesor, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sido un decidido impulsor de las inversiones y ha viajado por el mundo para obtenerlas. En abril, cerró un trato con la refinería emiratí Mataripe para poner 2 mil 500 millones de dólares para producir biodiésel.
En resumen, México podría sacar mayor provecho a su condición de país atractivo para las inversiones y, así, detonar un crecimiento nunca visto. Pero, antes, lo tiene que querer.
Para ello, debe desechar visiones ideologizadas de la economía y poner la casa en orden, pues dudo que sea un buen antecedente en ese propósito la noticia de que a sólo 70 kilómetros de la frontera con Estados Unidos haya sufrido un atentado el secretario de Gobierno de Tamaulipas, durante un traslado a la capital del estado, y que, al día siguiente, en pleno operativo militar para resguardar la zona, los criminales hayan bloqueado la misma carretera.