Oscar Ballesteros
Después de 66 años de instalados en Monclova Yukis ‘La Cabaña’ -como su fundador los bautizó- mantiene dando servicio a la población monclovense, que suelen ser ya las nuevas generaciones de esos clientes de antaño que visitaron el pequeño local ubicado en la calle Abasolo de la Zona Centro.
Todos estos años de quienes se identifican como pioneros en la elaboración de este producto para mitigar el impacto de las altas temperaturas de la ciudad, sólo se vieron interrumpidos por el periodo de contingencia por la pandemia de Covid-19 que obligó a los negocios a cerrar sus puertas por un tiempo.
Pero de esto, Rosario Muñoz Hernández, fundadora de este local que se inauguró desde 1957 dijo que, fue un golpe económico importante, sin embargo, sus clientes estuvieron siempre a la espera de la reapertura y apenas lograron volver a la actividad el regreso fue impresionante, haciendo que el reinicio no fuera difícil.
Este local, inició gracias a Agustín Chávez Ortega, quien junto a Rosario arribaron a la Ciudad del Acero provenientes de San Luis Potosí y tras recorrer las vialidades de la Zona Centro, el potosino por intuición vio unas tapias como una oportunidad de crecimiento e insistió a su esposa para rentarlas.
“A mí me gusta pa’ un negocio’ y se aferró a la idea, hasta que habló con el dueño y le rentó el suelo de la tapia, levantó el techo de block y pintado nada más, no había dinero, empezamos de abajo” narra que fue el origen de este particular negocio de Monclova.
Anteriormente, en su ciudad de origen ellos eran productores de dulces, principalmente de leche, pero Agustín prefirió experimentar con un tipo de raspado que, para él, en esta ciudad llevarían el nombre de yukis y manteniendo el manejo de mieles y caramelos por su labor de dulcero empezó a darle sabores a sus productos.
Rápidamente la gente de Monclova acudió al sitio, que anteriormente abarrotaban con el objetivo de mitigar el calor de los días en esta ciudad; principalmente el negocio resultó ser un atractivo para los jóvenes, quienes conforme el negocio se ampliaba, fue un espacio para las primeras citas de muchas parejas.
“Ellas recuerdan cuando venían con sus novios, llegan y esas parejas ya son una familia grande” mencionó Rosario Muñoz, recordando las interacciones que tuvo cuando aún atendía personalmente a sus clientes, quienes ahora llegan y se alegran que siga en el local, incluso abrazándola.
Actualmente es su hijo único quien se encarga de la administración del negocio, pero ya se han involucrado a sus 5 nietos y está a la espera de que sus 5 bisnietos también puedan integrarse al local familiar, por lo que, risueña concluyó diciendo “Aún hay gente para que se quede a trabajar aquí”.