Yuriria Sierra
¡No voy a dimitir!
No, señor, no puede dar un beso sin consentimiento a una mujer, ni siquiera si es por motivos deportivos.
“¡Oh, qué maravilla de tiempos vivimos! Donde los hombres, esos seres superiores capaces de conquistar el mundo, deciden impartir sus besos “mutuos, eufóricos y consentidos” a las mujeres sin su consentimiento, demostrando así su indudable poderío. ¡Bendita sea la revolución de género!”.
Y es que el señor Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Futbol, nos ha regalado un episodio para el recuerdo de la era del macho de latón en el mundo del deporte. Nada más y nada menos que un espontáneo beso dirigido a una de las jugadoras de la selección española, gladiadoras que levantaron la copa en el Mundial femenil.
Imagino que Rubiales pensó: “Estas chicas tienen uno de los mayores logros deportivos en la historia de España, han vencido a todos los estereotipos y prejuicios, ¿qué mejor manera de celebrar su victoria que invadiendo su espacio personal con un beso inesperado?”. Claro, cómo no, ¡qué emocionante debe ser que un hombre decida besarte sin tu consentimiento! ¡Qué privilegio!
Podríamos pensar que esta acción es inaceptable en todos los niveles posibles. Podríamos indignarnos y cuestionar cómo es posible que en pleno siglo XXI, en un contexto de supuesto avance en materia de género, todavía veamos actos tan machistas y denigrantes hacia las mujeres, incluso cuando han demostrado su valía en el campo deportivo.
Pero claro, hay que tener en cuenta que Rubiales es un hombre poderoso, una figura de autoridad encumbrada en el mundillo del futbol. Y todos sabemos que cuando tienes poder (¡uf!, y el balón en tus manos), tu comportamiento puede permitirse resquicios de machismo y falta de respeto hacia las mujeres. ¿Alguien se imagina que un hombre de poder besara sin consentimiento a un seleccionado masculino? ¡Oh, no, eso sería impensable!
Es probable que algunas personas lo justifiquen como un gesto de cariño, como una muestra de emoción desbordada. Y sí, yo también me emociono cuando veo a mi equipo ganar, pero eso no me da derecho a invadir el espacio de nadie sin su consentimiento.
Lo que este lamentable episodio muestra es la falta de respeto hacia las mujeres, incluso en un contexto en el que han logrado éxitos y reconocimientos. Mientras la hazaña deportiva se celebra, las mujeres siguen siendo tratadas como objetos de deseo y trofeos para el disfrute masculino.
Así que, señor Rubiales, a usted, al igual que a todos los hombres que hacen de su puesto la agencia de colocación de su pico, les pido que reflexionen profundamente sobre su actuar. No, señor, no puede dar un beso sin consentimiento a una mujer, ni siquiera si es por motivos deportivos. Las mujeres merecen respeto, su espacio y su integridad. Esperemos que el próximo episodio tan comentado sobre usted tenga un tono mucho más igualitario y respetuoso hacia todas las personas, sin hacer distinciones de género. Y le vendría muy bien dimitir, sobre todo si hasta los seleccionados hombres y el presidente del Gobierno español se lo han sugerido con vehemencia. Porque afortunadamente son cada vez más los hombres que saben que ser machos los disminuye en su hombría.