A 50 años del asesinato de Don Eugenio Garza Sada
Especial
La Prensa
No hay videos ni registro de la voz de Eugenio Garza Sada. De hecho, sólo hay algunas fotos. Sin embargo, el empresario dejó un legado que constituye una huella imborrable en Nuevo León que perdura a 50 años de su muerte.
Apasionado por la construcción, las matemáticas y la música clásica, Garza Sada fue asesinado el 17 de septiembre de 1973.
Ese día inició como cualquier otro para el empresario, fundador del Tec de Monterrey y líder de la Cervecería Cuauhtémoc.
De acuerdo con testimonios, el industrial cortó las flores de su jardín, leyó el periódico y, aunque se había jubilado seis años antes, salió hacia su oficina en la Cervecería Cuauhtémoc en compañía de su chofer Bernardo Chapa Pérez y de su ayudante, Modesto Hernández Torres.
Pasadas las 9:00 horas, el coche de Garza Sada circulaba sobre la calle Villagrán, en la Colonia Bella Vista, apenas a unos 550 metros de la Cervecería, cuando Chapa vio una camioneta que se detuvo en el cruce con la calle Luis Quintanar.
De ahí bajaron seis hombres que, a punta de pistola, pretendían secuestrar al empresario.
Chapa intentó defender a don Eugenio, quien iba sentado en el asiento del copiloto, enfrentándose a tiros con los pistoleros, identificados como integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Hirió de muerte a dos, según testimonios de los secuestradores, pero después nada pudo hacer para evitar los disparos en contra de Hernández y de él.
Un atacante trató de sacar del auto a Garza Sada, quien portaba una pistola calibre .38, pero que al parecer nunca detonó.
Entre los disparos, don Eugenio resultó herido y se desvaneció. Ante el frustrado secuestro, los delincuentes huyeron. Chapa murió casi al instante en el lugar de los hechos y, Hernández, horas más tarde en la Clínica Cuauhtémoc y Famosa. Garza Sada ni siquiera alcanzó a llegar con vida al hospital: murió en el trayecto.
Cuando la noticia se dio a conocer, Monterrey se paralizó.
Un día después de la tragedia, más de 150 mil personas se unieron para acompañar la carroza, que recorrió diversas zonas: acudió al Tecnológico de Monterrey, cuya fundación lideró el empresario en 1943, La Purísima y su casa en el área del Obispado.
“No se había visto algo como eso desde el sepelio de José Eleuterio González “Gonzalitos), afirma César Salinas, responsable del Archivo en el Centro Eugenio Garza Sada.
“En las fotos que podemos ver del cortejo fúnebre se ven las calles completamente llenas, era un mar de personas. Llegó un punto en el que no podía ya ni siquiera avanzar la carroza. Las personas tuvieron que bajarse y cargar el ataúd en hombros por tanta gente que salió a darle su última despedida”.
El plagio que intentaron los integrantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre no fue el único.
Posteriormente se supo que la Dirección Federal de Seguridad ya conocía las pretensiones del grupo desde dos años antes.
Pese al reclamo generalizado de la población contra el Gobierno federal, encabezado por el Presidente Luis Echeverría, señalado por recrudecer la división social en el País, el caso quedó en medio de dudas y nunca se logró dar una versión oficial que justificara por qué no se previno el ataque al ícono regio.
Ahora, a cinco décadas de su asesinato, su legado y su visión son visibles en múltiples facetas de la vida de Nuevo León.