Junto con unos 50 sudamericanos, no partieron ayer en el tren, por el temor de ser deportados
Por; Luis Ángel Estrada
La Prensa
Luego de estar varados desde las nueve de la mañana del pasado martes en las vías del ferrocarril en los límites de Castaños-Monclova, el resto del contingente de migrantes decidieron continuar con el viaje rumbo a la fronteriza ciudad de Piedras Negras, persiguiendo el llamado ‘sueño americano’, quedando al mediodía de ayer al menos cincuenta personas que todavía se encontraban ancladas, esperando una oportunidad de avanzar hacia el norte del estado.
Tras un recorrer unos 3 mil 800 kilómetros desde Venezuela hasta México, equivalente a prácticamente dos meses donde han pasado hambre, sed, atracos y abusos de las autoridades; el contingente de extranjeros tras la decisión de personal de la empresa ferroviaria Ferromex de detener la marcha de la máquina, se vieron en la necesidad de continuar con su trayectoria rumbo a los patios del ferrocarril ubicados en Ciudad Frontera, ya sea de ‘aventón’ o a pie, aprovechando que aún los rayos del sol no eran tan fuertes, grupos de familias y amigos desde las cinco de la mañana emprendieron el viaje.
Una familia que la integran papá, mamá y sus tres hijos, una señorita de 15 años y los niños de 7 y 9 años, aún se encontraban todavía en el sitio donde se detuvo el tren, soportando las arbitrariedades de elementos del Instituto Nacional de Migración, que durante la noche del pasado martes irrumpieron de manera agresiva el campamento, logrando esconderse entre los matorrales. Saliendo de su país natal desde el pasado primero de agosto, llevando 52 días con el complicado peregrinar, pero manteniéndose de pie porque el objetivo cada vez está más cerca.
“Estábamos escondidos y con mucho miedo, estábamos al final del tren para que no nos fuera a agarrar migración porque si no nos reportan y nos regresan”, comentó Dorian la madre de familia un tanto asustada y cansada tras pasar la noche en velo cuidando de sus hijos.
La venezolana reconoció que tiene miedo de que los lleguen a regresar a su país de origen, así como sabe de los riesgos que lleva al momento de subirse a los vagones, pero sigue de pie luchando por una mejor calidad de vida.
Pidió a las autoridades migratorias que respeten sus derechos, que los dejen transitar por este país y es que solamente van de paso. Sabe que están a punto de cumplir con el objetivo tras dejas atrás diez países y lo que menos quieren es claudicar.
“Aquí en México ha sido más complicado, tenemos más miedo, en las noches uno no puede dormir por la inseguridad de que nos vayan a robar, mientras que en el día estamos inseguros de que nos agarre Migración”.
La entrevistada señaló que para poder costear el viaje se vieron en la obligación de vender su casa, carro y aparatos electrodomésticos. Resaltó que lamentablemente a su esposo lo despidieron de la empresa en la que laboraba en Petróleos de Venezuela, tras presentar su renuncia lo acusaron como traidor a la patria y con ello llegó un acoso hacia la familia al intentar extorsionarlos, incluso buscaban hacerles daño a los niños, por lo que la intención es buscar asilo político en Estados Unidos.
Comentó que salieron de Venezuela con 4000 dólares, llegando a México el dinero se les terminó, sobreviviendo de la ayuda que les da la gente. Obteniendo un trabajo en Monterrey al ayudarle a un señor en un negocio donde el pago que recibía era la comida y techo para dormir.