Por: Juan Latapí O.
Gran parte de la historia de Estados Unidos se basa en mitos y leyendas confeccionadas acorde a sus intereses. Un ejemplo de ello son las leyendas del llamado Lejano Oeste en las que criminales son redimidos para convertirlos en héroes. Tal es el caso de Jesse James a quien se ha pretendido ver como una especie de Robin Hood.
De Jesse James (1847-1882) y su hermano mayor Frank James (1843-1915) se han escrito toneladas de papel con una serie de leyendas que contribuyeron la creación del mito de los Hermanos James, originarios de Missouri. La leyenda inició cuando en 1870 el periodista y ex-confederado John Newman empezó a publicar en el periódico Kansas City Times las fechorías de estos bandidos. Newman lo hacía con la intención revanchista luego de perder la guerra civil, sin embargo, al poco tiempo estos relatos se transformaron en un gran negocio de tal suerte que los Hermanos James rápidamente se convirtieron en personajes populares y así miles de personas empezaron a leer los robos a bancos, asaltos al tren y demás peripecias. De tal suerte que cuando Jesse fue asesinado en 1882 el crimen se convirtió en todo un acontecimiento nacional y empezaron a aparecer diferentes publicaciones para hacer negocio sin importar si decían la verdad o no. Así la leyenda se convirtió en mito.
Un ejemplo de ello es el libro “La vida y aventuras de Frank y Jesse James”, escrito en 1880 por J.A. Dacus, llegándose a vender 21 mil copias en tan solo cuatro meses. Cabe señalar que las anécdotas narradas ahí son más leyendas que realidad, ya que los historiadores que han investigado seriamente la historia de los hermanos James no mencionan este libro, ni a su autor. Sin embargo, llama la atención que las investigaciones serias se brincan el año de 1877, mientras que las publicaciones morbosas sobre Frank y Jesse James narran que en aquel año cruzaron el Río Bravo y tuvieron algunos enfrentamientos hasta llegar a Monclova.
En la primavera de 1877 cuando Frank y Jesse James llegaron a Monclova se encontraron con un viejo amigo que había formado parte de la pandilla de W.C. Quantrill, a la que Frank había pertenecido. Esta pandilla era famosa en Missouri y Kansas, por su crueldad y por la masacre de Lawrence, Kansas, donde en 1863 asesinaron a sangre fría a 200 personas, incluyendo mujeres y niños. Esta masacre de civiles era considerada el mayor asesinato de inocentes en suelo norteamericano hasta antes de los sucesos de las Torres Gemelas.
En el libro “Ocho días fuera”, de M.A. Richardson, publicado en 1895, narra de manera novelada lo que aconteció en Monclova con Frank y Jesse James en 1877. El relato inicia cuando el autor del libro asistió a una velada, y un ex-ranger de Texas ahí presente rememoró el viejo Missouri y mencionó a los hermanos James. Al captar la atención de los asistentes, María, la esposa del ex-ranger, comentó que ella vivía en Monclova cuando estuvieron ahí los hermanos James. Narró que ella era sobrina del amigo de los James y que al ir a ver a los recién llegados a su casa conversó con ellos, quienes le causaron grata impresión. El anfitrión le dijo que esa noche organizaría un fandango ahí para agasajar sus dos huéspedes.
Esa noche, cuando empezó el baile amenizado por un violinista de origen alemán, María bailó con Jesse. A las 10 de la noche llegó por ella su padre para retirarse. En el trayecto rumbo a su casa su padre le dijo que los recién llegados eran Frank y Jesse James, y que unos oficiales mexicanos planeaban arrestarlos para cobrar la recompensa que se ofrecía por ellos. María regresó al fandango y volvió a bailar con Jesse para alertarlo de lo que planeaban hacer contra él y su hermano.
Previamente Jesse se había percatado que un teniente mexicano y un norteamericano avecindado en Matehuala lo miraban como si lo reconocieran. Por esos días estaba acampado en Monclova un destacamento militar al que el teniente acudió para pedir ayuda para aprehender a los bandidos norteamericanos.
Cuando María alertaba a Jesse, de pronto se abrió violentamente la puerta, entraron armados el teniente y un pelotón de soldados. Se dirigió a los hermanos y les ordenó que se rindieran a lo que Frank respondió “¡Nunca!”. En eso Jesse propuso hacer un trato, que primero dejaran salir a las mujeres de la casa. Cuando el oficial aceptó y salieron las mujeres Jesse desenfundó velozmente dando muerte al teniente y junto con Frank eliminaron a otros tres militares. El resto de los soldados se retiró atropelladamente cuando Frank disparó a la única lámpara de aceite para dejar la habitación a obscuras. Frank y Jesse James escaparon en la obscuridad, y se dirigieron al establo donde estaban sus monturas para alejarse tranquilamente rumbo al Norte, mientras en Monclova cundía el pánico y los rumores de que estaban siendo atacados por decenas de forajidos.
De aquel fandango en el que María bailó con Jesse James solo queda la leyenda, y en el Archivo Municipal de Monclova no hay documento alguno que mencione el incidente de aquella noche de primavera de 1877 en el que dos gringos abatieron cuatro militares.
Cinco años más tarde Jesse sería asesinado en su casa por Bob Ford, miembro de su propia pandilla quien quiso cobrar la recompensa. En 1883 Frank se entregó a la Justicia y después de un largo y publicitado juicio fue liberado. Se retiró para criar caballos y falleció en 1915 en su granja cerca de Kearney, Missouri; nunca más regresó a México. Pero esa es otra historia.
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Contribución de: Juan Latapí O., en colaboración con socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Francisco Rocha Garza, Luis Alfonso Valdés Blackaller, Oscar Valdés Martin del Campo, Willem Veltman, y Ramón Williamson Bosque.
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