Se sabe que la fidelidad de los caninos no tiene límites, incluso acompañar a sus amos hasta su última morada
Oscar Ballesteros
La Prensa
Como un miembro más de las propias familias, perritos permanecieron presentes cercanos a diversas tumbas; aunque alertaban a las personas que circulaban entre los pasillos del Panteón Guadalupe, ellos rondaban entre aposentos específicos, haciendo rondines sobre los mismos como si estuvieran a la espera de a quien pertenece el lugar.
Los caninos, que regularmente se alojan dentro del cementerio se percibieron espantados o amenizados por la gran cantidad de visitantes que se dieron cita al panteón por cumplir con la tradición, sin embargo, ante los gritos para alejarlos de los sitios, ellos huían momentáneamente para lo más rápido posible volver a su sitio habitual.
Entre los mismos animales realizaron comunidad para sentirse más protegidos de los deudos que, por temor o simple costumbre se quejaban de ellos, y fue en grupo que se desplazaron para merodear la zona en la que cada uno se resguardaba para no descuidar la tumba que protegían.
Ante las complicaciones y crisis que sufrieron estos perros, ellos se mantuvieron firmes, incluso mostrando algunos gestos de furia a la entrada del cementerio, pues la gente desde el inicio mostró rechazo hacia ellos a pesar que, son los mismos quienes protegen tumbas de lo pudieron ser sus antiguos dueños.