Un nuevo estudio demuestra que se puede luchar contra el insomnio controlando la presión arterial
El insomnio afecta a entre el 10 y el 30% de la población general, y las mujeres se ven afectadas por este trastorno del sueño aproximadamente una vez y media más que los hombres. Las hormonas sexuales desempeñan un importante papel en la regulación del sueño y durante la menopausia, la repentina disminución de los estrógenos y la progesterona, que promueven el inicio del sueño y la continuidad del mismo, conduce a un empeoramiento del insomnio.
La mayor predisposición de las mujeres a desarrollar trastornos como la ansiedad y la depresión también contribuye a fomentar el insomnio, que provoca síntomas como irritabilidad, somnolencia, falta de atención, poca motivación y alteraciones del estado de ánimo que interfieren con la vida social, laboral y familiar.
Sin embargo, las mujeres no deben resignarse a esta situación. Un estudio realizado en 66.122 mujeres durante 16 años con controles bianuales, publicado en la revista Hypertension por investigadores del Brigham and Women’s Hospital de Boston dirigidos por Eva Schernhammer, abre la puerta a una nueva posibilidad de intervención y control del insomnio a través de un factor modificable con la ayuda del médico: la hipertensión, que en las mujeres ha resultado estar estrechamente relacionada con el insomnio.
No solo eso, los trastornos del sueño pueden convertirse en un indicador temprano del riesgo de hipertensión, ya que la estrecha correlación entre ambos trastornos ofrece la posibilidad de un marcador temprano para una enfermedad que está afectando a las mujeres a edades cada vez más tempranas (alrededor de los 30 años) y en aumento, casi alcanzando a los hombres, que siempre han sido el género más afectado por la hipertensión y que solo eran superados por las mujeres con la llegada de la menopausia. El daño causado por la hipertensión es mayor en las mujeres en comparación con los hombres, como se puede ver en la preeclampsia durante el embarazo, que pone en riesgo a la madre y al feto.
El estudio estadounidense demuestra que el riesgo de hipertensión es mayor en las personas que duermen 5 horas, mientras que es menor en las mujeres que duermen 7-8 horas y nulo en aquellas que duermen al menos 9 horas. El despertar temprano no se asoció con este riesgo, ni se observaron correlaciones con el trabajo nocturno, como el de los centros de llamadas o las azafatas sometidas al desfase horario durante los vuelos intercontinentales, situaciones que pueden alterar el cronotipo, es decir, los ritmos automáticos de vigilia y sueño.
Por lo tanto, dado que ambos trastornos están tan interconectados entre sí, el control de la presión arterial puede sumarse a los muchos tratamientos contra el insomnio conocidos en la actualidad. Además de los muchos medicamentos disponibles, que solo el médico sabe elegir y gestionar a lo largo del tiempo según las necesidades del paciente (siempre se debe evitar la automedicación con medicamentos de venta libre, ya que puede exponer al riesgo de cronificación del trastorno), también deben aplicarse constantemente las llamadas reglas de higiene del sueño: regularidad en la hora de acostarse y en los horarios de las comidas, abstenerse de bebidas (café, alcohol) o exposición a estímulos luminosos (tabletas, computadoras), posiblemente en combinación con la terapia cognitivo-conductual.