Por: Willem Veltman
Durante la colonización de México, los estados norteños de Sonora, Chihuahua y Coahuila sufrían mucho por los ataques de los indios Comanches y Apaches, quienes atacaban con frecuencia a haciendas y misiones, robando caballos, mujeres españolas, y hasta niños. La historia de Monclova, Castaños y San Buenaventura está repleta de anécdotas sobre este tema. De los indios Apache los jefes que más fama parecen haber adquirido, son Gerónimo, Victorio, y Cochise. Pero al profundizarnos en la historia de los Apaches, resulta que hubo un jefe de mucho más logros y fama: Mangas Coloradas (ingl.: Red Sleeves, por la sangre de los muchos americanos y mexicanos que mató), o su nombre indio Dasoda-hae (“Él solo se sienta ahí”).
«…el líder más grande que tuvieron los apaches fue un gigante físico, además de una personalidad dominante: Mangas Coloradas…» dijo James L. Haley, en su libro “Apaches: A History and Culture Portrait”. «Era una figura realmente llamativa con un cuerpo descomunal y una cabeza desproporcionadamente grande. Nacido a principios de la década de 1790, Mangas Coloradas se estaba convirtiendo rápidamente en un anciano, pero aun así poseía una astucia tan impenetrable como la espesa mata de pelo que le llegaba hasta la cintura. Sus labios eran finos y apretados, su nariz aguileña… Los seguidores de Mangas Coloradas eran numerosos y excepcionalmente cohesivos, e inspiraba un gran respeto entre los Chiricahuas».
Mangas Coloradas (c. 1793 – 18 enero 1863) fue un famoso cacique Apache Mimbreño del siglo XIX. Nació en lo que hoy es Nuevo México en una época en la que las tribus apaches y los inmigrantes estadounidenses y mexicanos estaban en total desacuerdo. Mangas Coloradas era conocido tanto por sus habilidades diplomáticas como militares. En la década de 1850 firmó tratados de paz con las autoridades estadounidenses, pero estos tratados fueron violados con frecuencia por colonos y soldados que continuaron invadiendo los territorios apaches. Mangas Coloradas se vio envuelta en escaramuzas con las fuerzas armadas estadounidenses a principios de la década de 1860.
Mientras Cochise arrasaba el sureste de Arizona, Mangas Coloradas encabezó un aumento de las incursiones en el suroeste de Nuevo México, especialmente en la región minera de oro alrededor de Pinos Altos. «Hubo una gran guerra cuando los hombres blancos lucharon contra los blancos«, dijo el informante apache James Kaywaykla, «y sus tropas fueron retiradas de nuestro territorio. Mangas Coloradas y Cochise pensaban que finalmente los invasores iban a abandonar el intento de conquista, y se regocijaron.»
A finales del verano de 1862, Mangas Coloradas, ya un anciano con cicatrices físicas y emocionalmente herido por la guerra, buscó una vez más la paz. Se reunió con un intermediario para hacer un llamado a los estadounidenses por la paz. Convocó a su grupo Bedonkohe al consejo, y propuso hacer paz con los estadounidenses. Contrario al consejo de los otros líderes apaches, Mangas decidió correr el riesgo de ir personalmente a reunirse con los oficiales militares para explorar la posibilidad de lograr la paz. «Mangas Coloradas conocía bien el peligro, pero deseaba tanto la paz que arriesgó su vida«, dijo Ace Daklugie, hijo de un jefe chiricahua contemporáneo.
Sin que Mangas lo supiera, el general Carleton expresó: «Mangas Coloradas me envía un mensaje de que quiere la paz, pero no tengo fe en él«. Luego ordenó a Joseph Rodman West – otro oficial con un odio rabioso hacia los apaches – emprender una campaña para «castigar» a la gente de Mangas.
El 17 de enero de 1863, varios soldados de West izaron una bandera blanca en Pinos Altos como invitación simbólica a un consejo por la paz. Mangas Coloradas llegó de buena fe, escoltado por 12 chiricahuas, esperando que los blancos aceptarían su oferta de paz. Cuando llegaron Mangas y su escolta, bajo la bandera blanca de tregua, soldados armados salieron de sus escondites y apuntaron sus armas contra los indios. En un acto de traición, los estadounidenses habían tomado como rehén al viejo guerrero. Liberaron a sus 12 escoltas, y los enviaron de regreso a su gente para darles la noticia de la captura de Mangas.
Los soldados llevaron a su prisionero a Fort McLane, a unas 15 millas al sur, un fuerte que había sido abandonado e incendiado en 1861, pero puesto en servicio de nuevo para la campaña de West. Un soldado comentó que «Mangas era el espécimen de virilidad salvaje más magnífico que jamás haya visto«. El general West, de estatura bajita, miró a su alto prisionero, diciéndole que había asesinado a su «última víctima blanca». En lo que resultaría ser otro acto de engaño, West le dijo a Mangas Coloradas que él y su familia serían encarcelados juntos, pero serían «bien tratados».
Mientras tanto, West dijo a sus centinelas: «Lo quiero muerto». West hizo arrojar a Mangas en una improvisada celda de adobe, donde el viejo jefe se cubrió con una manta para protegerse del frío. Alrededor de la medianoche, sus guardias comenzaron a torturarlo, calentando sus bayonetas en una fogata, y con ellas quemándole los pies y piernas de Mangas. Luego lo mataron a tiros, respondiendo a la orden de West de matarlo. «Mangas Coloradas trató de escapar«, dijeron, dándole una excusa a West. Los soldados enterraron su cuerpo en una tumba poco profunda. Al día siguiente lo desenterraron, le cortaron la cabeza y la hirvieron para quitarle la carne. Luego enviaron el cráneo al Instituto Smithsonian.
La muerte de Mangas fue un acto de mucha maldad, pero para los apaches era mucho peor que las tropas le cortaran la cabeza, y la hirvieran para obtener su cráneo. Eso significaba que su gran jefe debía pasar por el Lugar Feliz para siempre sin cabeza.» «El asesinato de un hombre desarmado que se había dirigido hacía un enemigo bajo tregua fue un acto incomprensible«, dijo James Kaywaykla en el libro “In the Days of Victorio”, «pero infinitamente peor fue la mutilación de su cuerpo. ¡Sabían los Ojos Blancos cuánto pagarían al profanar el cuerpo de nuestro gran jefe!”
El general Carleton se sintió orgulloso de los “valientes” guardias que mataron a tiros a Mangas Coloradas esa noche. Pensó que había quebrado la resistencia chiricahua en el suroeste de Nuevo México. Pronto se daría cuenta que estaba muy equivocado. Cochise y otros jefes apaches seguirían el camino iniciado por su querido y respetado jefe Mangas Coloradas. El choque de culturas continuaría durante casi un cuarto de siglo más.
Hoy día, los historiadores lo consideran uno de los líderes nativos americanos más importantes de los años 1800’s, por sus notables logros en la lucha no sólo contra México, sino también contra el ejército estadounidense. También por sus brillantes estrategias de guerrilla y su astuto liderazgo al unir a muchas bandas apache, y luchar por sus tierras y su patrimonio.
Referencias: Mangas Coloradas: Chief of the Chiricahua Apaches – Edwin R. Sweeney / sitio internet DesertUSA.com – Jay Sharp / Apaches: A History and Culture Portrait – James L. Haley / sitio internet Apacheria.es / The American Indians – FaceBook
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Contribución de: Willem Veltman, en colaboración con socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi O., Luis Alfonso Valdés Blackaller, Oscar Valdés Martin del Campo, Ramón Williamson Bosque.
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