De la obra de José Manuel Luna Lastra (QEPD)
Parte 3 de 3
Como les decía al principio, todos los pueblos tienen una especie de «Tio Laureano» que, por su manera de ser, son objeto de bromas o «tallas», la mayoría de las veces inventadas con tal de reírse a sus costillas. Algunos si son un poco cándidos y a veces «meten la pata», y entonces los vecinos los agarran y les atribuyen detalles que no tienen nada que ver con ellos. Monclova no fue la excepción y en la persona de don Félix Sáenz Ramón, encontró un magnífico sujeto en quien descargar este tipo de bromas o «tallas» como se dice en el norte.
Se sabe muy poco, o más bien, se muy poco de la vida de don Félix, apenas que era un personaje de condición humilde y que por un golpe de suerte encontró un «entierro». La vida de don Félix cambió rotundamente; adquirió propiedades y estableció una tienda muy importante en la vida de Monclova. Don Félix se convirtió en «fuerza viva» de su comunidad al grado de que, durante dos ocasiones, fue Presidente Municipal y lo hizo bastante bien. Entre sus obras más conocidas se encuentra «el Rebaje», obra vial que permitió la comunicación entre Monclova y el Pueblo.
La tienda de don Félix, fue una de las mejores que ha tenido Monclova durante mucho tiempo. Situada precisamente frente a la Plazuela del Canónigo por la calle Hidalgo, surtía a la ciudad de prácticamente todo lo que requería para su subsistencia. Era una de aquellas clásicas tiendas donde se podía conseguir desde una aguja hasta un papalote para extraer agua de las norias. Tenía abarrotes, ropa, artículos de piel, monturas, reatas, aperos de labranza, etc. Don Félix compraba cueros en la región que luego revendía en otras ciudades y lo mismo hacía con las óptimas cosechas de nuez, las que luego de pelar y seleccionar, exportaba a los Estados Unidos y Canadá.

En los altos de la gran tienda don Félix instaló una especie de hotel que dio servicio hasta mediados de la década de los cuarentas y más o menos en esa época terminó la vida de su negocio que ya se veía desplazado por la competencia de Almacenes del Norte que resurgía con gran fuerza después de que a principios de siglo había tenido un gran auge con el nombre de Trueba y Pardo.
Don Félix murió, pero perduran sus anécdotas que medio en serio, medio en broma, lo pintan como se supone que era.
Para ilustrar lo anterior, aquí les narro una …. Cuentan que un día estando don Félix en la ciudad de México, atendiendo asuntos inherentes a su cargo político, se percató de que se venía una gran tormenta de las que suelen caer en la Capital. Preocupado por lo anterior, tomó el teléfono y se comunicó a su tienda en Monclova, y dio instrucciones a uno de sus ayudantes diciéndole … «Fulanito, mete rápido los cueros que están en el patio, porque «ay viene lagua».
Dentro de los tipos peculiares de los pueblos, siempre han destacado aquellos que están privados de sus facultades mentales, en mayor o menor grado. Los que circulan por las calles por lo regular son pacíficos y los vecinos los aceptan y les dan por su lado.
En Monclova existieron (y todavía existen) varios de estos personajes, solamente que, por razón del tamaño de la población, antes eran fácilmente identificados. Recuerdo de entre todos ellos a tipos como el conocido como «el Abogado» que presumía de cultura y elegancia y a quien en una ocasión me tocó ver haciendo la suerte del «Tancredo» y volar por los aires durante una corrida de toros en la plaza de don Hexiquio Villarreal. Viene también a mi memoria el «Güero Gurrola» que era muy trabajador pero que frecuentemente metían a la cárcel por bañarse en cueros en el río; otro muy conocido era el «Negro» que se la pasaba abrazado de un poste en la esquina de Guerrero y de la Fuente. Otro más fue Sergio Aguilar que dentro de su locura tenía chispazos de ingenio, y a quien solían convencer para que se parara a las puertas de la Parroquia y le gritara al Padre Marrero ¡Viejo pelón!
Indudablemente uno de los más conocidos fue Simón quien hasta los años cincuenta fue un personaje muy famoso en Monclova. Supuestamente era una persona privada de sus facultades mentales, dueño de una figura quijotesca y con la mandíbula prominente. Simón vivía con su madre a la que adoraba y acompañaba para todos lados; a todo mundo conocía y con todos tenía «comal y metate».
La particularidad de Simón consistía en que de alguna forma se enteraba de cada uno de los fallecimientos que se registraban en la población y una vez enterado, se presentaba en el velorio para acompañar a los deudos y brindarles frases de consuelo a pesar de no conocerlos. La participación de Simón en estos eventos, terminaba cuando el cadáver era sepultado.
Decir Simón en Monclova, era sinónimo de mal agüero, pues su persona siempre era relacionada con acontecimientos infaustos. Cuando se enteraba de que había un enfermo en trance delicado, Simón procuraba pasas por su casa para estar al tanto de las novedades y por este motivo la gente hacía cruces cuando lo veían.
Cuando murió su mamá, Simón se quedó solo y sus parientes lo internaron en una casa de enfermos mentales de alguna ciudad del sur y tiempo después se supo que había fallecido a consecuencia de una fuerte golpiza que le habían propinado en esa institución. Gentes que lo conocieron, afirmaban que Simón era solo un tipo excéntrico que no tenía nada de loco, pero sea lo que fuere no cabe duda de que merece mencionarse destacadamente en este breve repaso.
Cada uno de los personajes que he mencionado, forman parte de la microhistoria de nuestra población. Como les decía al principio, esta crónica no pretende otra cosa más que mencionar en forma enunciativa y con mucho respeto, algunos de aquellos seres humanos con quienes nos tocó convivir. Espero les haya parecido interesante.
José M. Luna Lastra, 11 de marzo 2021
~
Contribución de la obra de José Manuel Luna Lastra (QEPD), promovida por parte de sus amigos socios Arqueosaurios ~ Arnoldo Bermea Balderas, Juan Latapi O., Francisco Rocha Garza, Luis Alfonso Valdés Blackaller, Oscar Valdés Martin del Campo, Willem Veltman, y Ramón Williamson Bosque.
Envíanos sus comentarios y/o preguntas a: [email protected]