“Hoy vamos corriendo, a ver a vuestro bien que nos dijo un ángel que nació en Belén. Al paso ligero ya vamos rendidos el poder del cielo en pajas ha nacido” (Fragmento de “A paso ligero”).
Aurora G. Bustos Arellano
LA PRENSA
El canto cardenche es una canción folclórica originaria del norte del país, específicamente de la región Lagunera entre el desierto de Sapioriz (Durango) y el valle de la Flor del Jimulco (Coahuila). Y es mundialmente reconocida por dedicar su peculiar melodía y desgarradores versos a temas como el amor, el abandono, el duelo o la migración.
Sin embargo, pocos conocen que esta expresión musical también acompaña una de las representaciones artísticas más propias de la cultura mexicana y navideña: las pastorelas. De ahí que, en la región Lagunera de nuestro estado, se invite a las nuevas generaciones a preservar el Canto pastoral o los famosos Coloquios Acardenchados, para evitar que esta expresión cultural se pierda.
El canto cardenche debe su nombre a una cactácea, cuyo cardo conocido como “cardenche”, se caracteriza por tener espinas que al clavarse en la piel humana provocan mucho dolor, a causa de los diminutos filamentos inversos que desgarran la carne al momento de quitarla.
El origen de estas canciones no es del todo claro, pero algunos registros históricos señalan que nace de finales del siglo XIX, cuando llegaron oleadas de trabajadores de Zacatecas, Jalisco, Aguascalientes y San Luis Potosí a la región Lagunera y que se establecieron en las haciendas y en los ranchos. Sin embargo, el destino de estos migrantes no floreció. Por el contrario, fueron víctimas de malos tratos por parte de los latifundistas. Con carencias, y sin dinero para adquirir instrumentos musicales, desarrollaron una forma de expresar las tristezas por medio de un polifónico (a tres voces) y a capela, interpretada por tres hombres, campesinos o peones, bajo el influjo del sotol.
“A la rú, rú, niñito, a la rú, rú, mi redentor, duérmete mi hermoso güerito, duérmete, hermoso señor. Pidámosle al niño toda la victoria en galardón, que nos ha librado aquí del demonio de la ocasión” (Fragmento de “El arrullamiento”)
En la actualidad, las pastorelas acardenchadas sobreviven a través de las interpretaciones que los mayores de los pueblos realizan y adaptan a las representaciones teatrales que las generaciones más jóvenes presentan. En ellas, plasmas las letras con la historia de los pastores que viajan por el campo guiados por la estrella de Belém. La forma teatral mantiene la esencia melancólica del canto que se interpreta a capela y recorre las calles polvorientas de ejido dotado de tierras en 1942 y que se acompañaba con piñatas, aguinaldos, juguetes y bailes como parte de las celebraciones de la temporada.
En la actualidad Fidel Elizalde, Guadalupe Salazar, Ofelia Elizalde, Higinio Chavarría y Aniceto Chavarría conservan esta tradición. Y, en cada interpretación, lucen una vestimenta típica de pastores con sombreros adornados de flores de colores, acompañados de un morral y un bastón de madera forrado de flores y tiras de papel picado en diversas tonalidades.