la movilidad se concentra en el tramo Monclova-Piedras Negras
Una estampa inédita se observa sobre la cinta asfáltica, los que vienen del Norte, en camionetas repletas de regalos, y los que tratan de llegar a Estados Unidos, los de a pie, agotados y sin más posesión que lo que llevan puesto
Gloria Jaramillo
LA PRENSA
La carretera 57, tramo Monclova-Piedras Negras ofrece un marcado contraste: los paisanos que vienen del Norte, casi todos en camionetas nuevas repletas de regalos para sus familias, y los caminantes que llegan del Sur: migrantes de a pie, sin más posesión que la ropa que visten y la esperanza de alcanzar en Estados Unidos una vida alejada de la miseria y violencia de sus países de origen.
En estas fechas el tramo carretero que separa las dos ciudades cercanas a la frontera con Eagle Pass se ven saturadas por los peregrinos centro y sudamericanos, quienes para llegar a esta zona han desafiado cansancio y peligros, por los riesgos del camino, la presencia del crimen y las extorsiones de policías o agentes migratorios.
Y en el camino se encuentran los que ya alcanzaron el consabido “sueño americano”, que les ha costado jornadas extenuantes y trabajar desde la madrugada, para poder vivir en una casa climatizada, y con ciertos lujos, o adquirir la camioneta que ahora regresa cargada de obsequios,
Hay otros migrantes que no se ven en la carretera, pero que cruzan por miles cada día, y son los que se desplazan a bordo de los vagones del ferrocarril, pese a la resistencia de la empresa ferroviaria y las acciones de agentes del Instituto Nacional de Migración, Guardia Nacional y Policía Estatal.
Esta es la escena inédita que retrata la crisis humanitaria, con grupos de familias principalmente venezolanas, que incluyen gran cantidad de niños, condenados a una travesía que incluye peligros, hambre, agotamiento, pero también frío y lluvias.
Y en los días previos a la Navidad, una estampa que recuerda el relato bíblico, de María y José buscando refugio para el nacimiento del niño Dios.