Don Carlos Hernández, no recibió la visita de sus familiares y en Nochebuena solo le alcanzó para cenar unas papitas doradas
Por Wendy Riojas
LA PRENSA
Durante las fiestas navideñas se hace aún más visible la situación que viven cientos de familias que enfrentan desempleo, falta de vivienda y de una red familiar.
Los niños que no recibieron la visita de Santa Claus, también conocido como Papá Noel y algunos adultos mayores en abandono que no disfrutaron de una rica cena navideña como pavo, menudo o tamales.
Entre ellos se encuentra el señor Carlos Hernández Pérez, un hombre de 75 años con debilidad visual y fractura de cadera, que pide el apoyo de la ciudadanía en la Calle Hidalgo de la Zona Centro.
Él comparte que no recibió la visita de su familia (sobrinos) en su domicilio ubicado en la Colonia San Pablo, al norte de Monclova, durante la Nochebuena y Navidad.
Y relata: “Gracias a Dios la pase bien. Solo, ahí en la casa”, al preguntarle que cenó mencionó: “La mera verdad solo unas papitas que doré, no hice nada, nadie llegó ahí…y los vecinos de ahí cerquita yo creo no estaban”.
Al preguntarle si tiene familia mencionó: “Tengo sobrinos, pero, nadie se paró, soy solo” y al preguntarle que padece menciona: “Me quebré la cadera en una caída”.
Don Carlos, quien dice ser originario de la Hacienda “San Mateo” de Valparaíso, Zacatecas, revela que perdió la visión desde los 13 años cuando cayó de un caballo y cuando trataron de curarlo con remedios caseros.
“Antes no había tanta medicina, con puro remedio casero me cerró la herida, pero, poco a poco fui perdiendo la visión, solo distingo las siluetas, pero, no veo con claridad, me apoya la gente para ir al baño en la Fayuca”.
Y recuerda que llegó a Monclova gracias a que su hermana y su cuñado llegaron a la ciudad y decidieron traer a su mamá, a su papá y a él (Carlos Hernández) sin embargo murieron en el 2014 y él quedó solo, sin familia.
Y aunque tenía su vivienda en la Calle Budapest número 917 entre Calle Paris y Portugal de la Colonia San Pablo, por la Colonia Estancias de San Juan Bautista, decidió venderla para pagar los gastos funerarios de su familia.
Aunque relata: “Un joven que me compró la vivienda (por un apuro económico) pero, me dejó habitarla de por vida, él tiene otra casa y me presta la casa que le vendí; a él lo conocí desde que tenía como 10 años cuando llegó a la colonia con sus papás”.
Don Carlos, con el apoyo de su amigo taxista (José Ángel) y con su silla de ruedas acude diariamente a la calle Miguel Hidalgo de la Zona Centro de la Ciudad, al exterior de la tienda Bomer para pedir el apoyo de la ciudadanía.
Al preguntarle que requiere mencionó: “Me da pena, con lo que me hagan el favor de ayudar, sobre todo alimento”, dice don Carlos quien sale de 9 de la mañana a 3 de la tarde para pedir el apoyo de la gente.