YA NO HAY NATURALEZA VIRGEN
Ignacio Moreira Loera
Instagram: @thewaxwing1
Al momento de escribir esta columna me encuentro en un remoto poblado de la sierra Hidalguense; acá en las laderas montañosas, caminando entre la densa vegetación, surgió la idea para este texto. La belleza que me rodea es exuberante, la verde floresta que me acorrala y el húmedo sustrato del cual brotan las flores me hacen sentir como si estuviera en tierras inmaculadas; sin embargo, el brazo destructor del hombre no da tregua, y hoy en día pocos son los parajes en nuestro planeta que no se han visto perturbados por el voraz hombre.
Aun en los más apartados ecosistemas de nuestra tierra, la asoladora fuerza del ser humano ha modificado el orden natural. Bien mencionó el famoso naturalista David Attenborough, que cuando era joven y exploraba los más recónditos rincones del mundo, aunque él no lo sabía, ya hacía muchos años que las selvas que creía vírgenes habían sido tocadas por el hombre. Pues quién no lo ha visto, a donde vayamos podemos observar el transitar de nuestra especie, bosques interrumpidos por tierras de cultivo, la industria arrasando con el desierto, las selvas desnudas por la explotación maderera, e inclusive, en los lúgubres abismos oceánicos yacen los desechos plásticos de nuestro excesivo consumo.
Lo anterior la ciencia lo ha demostrado, un estudio publicado en el diario Frontiers in Forests and Global Change, presenta evidencia de que únicamente un 3% de todos los ecosistemas terrestres permanecen inalterados, esto significa que sin contar la Antártida y los hábitats acuáticos, el 97% de todos los biomas de nuestro planeta han sido transformados negativamente por el ser humano. Publicada en el 2020, la investigación se centra en tres mediciones: integridad del hábitat, la cual mide qué tanto la actividad humana ha afectado los entornos naturales; integridad de la fauna, enfocada en la pérdida de especies, y finalmente, la integridad funcional, que evalúa la pérdida de organismos animales que contribuyen a la salud de los ecosistemas.
Otro interesante estudio publicado en One Earth, nos presenta algunos datos verdaderamente pavorosos, el 58.4% de los entornos naturales del planeta se encuentran bajo una presión moderada o intensa; los análisis llevados a cabo por el grupo de investigadores revelan que solamente en 13 años, entre el año 2000 y 2013, 1.9 millones de kilómetros cuadrados de terreno natural, aproximadamente la extensión de México, han sido drásticamente modificados por la actividad humana.
No obstante, la oportunidad de salvar el planeta y aminorar las consecuencias de nuestra devastación es aún posible. El primer estudio citado en esta columna también muestra que el 20% de los hábitats estudiados pueden, con el esfuerzo conjunto, volver a ser restaurados a su condición preindustrial con la reintroducción estratégica de especies de fauna clave, es decir, el regreso de animales específicos puede llevar a la recuperación total de los ecosistemas.
La desesperanzadora creencia de que es demasiado tarde y que no podemos sanar nuestro mundo es sin duda peligrosa; empero, es posible; sin embargo, la única manera de lograrlo es
mediante el entendimiento y la aceptación de que el Homo sapiens y la naturaleza mantienen
una simbiosis irrompible, y que el ser humano, respecto al futuro del planeta, juega un rol fundamental. La exigencia y concientización por parte de aquellos que creemos en la salvación planetaria debe persistir y es de responsabilidad mutua velar por el único hogar que tenemos,
la tierra.