Los estudios se realizaron en ratones, por lo que debe haber más para saber si los a resultados son los mismos en personas
Un estudio de Universidad de California en Riverside (EEUU) ha demostrado que las dietas ricas en grasas afectan a genes relacionados no sólo con la obesidad, el cáncer de colon y el colon irritable, sino también con el sistema inmunitario, la función cerebral y, potencialmente, el riesgo de Covid-19.
Los autores aseguran que, aunque otros estudios han examinado los efectos de una dieta rica en grasas, este es inusual debido su alcance. Los investigadores de la UCR alimentaron a ratones durante 24 semanas con tres dietas diferentes en las que al menos el 40 por ciento de las calorías procedían de la grasa. A continuación, observaron no sólo el microbioma, sino también los cambios genéticos en las cuatro partes del intestino.
Las grasas, aunque de origen vegetal, podrían ser peligrosas
Un grupo de ratones consumió una dieta basada en grasas saturadas procedentes del aceite de coco, otro un aceite de soja modificado monoinsaturado y un tercero un aceite de soja no modificado rico en grasas poliinsaturadas. En comparación con una dieta de control baja en grasas, los tres grupos experimentaron cambios preocupantes en la expresión génica, el proceso que convierte la información genética en un producto funcional, como una proteína.
«Se dice por ahí que las dietas basadas en plantas son mejores para la salud, y en muchos casos es cierto. Sin embargo, una dieta rica en grasas, incluso de origen vegetal, es un caso en el que no es cierto», ha asegurado el profesor de biología celular de la UCR y autor principal del nuevo estudio, Frances Sladek.
Un nuevo artículo de ‘Scientific Reports’ sobre el estudio documenta las numerosas repercusiones de las dietas ricas en grasas. Algunos de los cambios intestinales no sorprendieron a los investigadores, como los importantes cambios en los genes relacionados con el metabolismo de las grasas y la composición de las bacterias intestinales. Por ejemplo, observaron un aumento de ‘E. coli’ patógena y una supresión de ‘Bacteroides’, que ayuda a proteger el organismo contra los patógenos.
Además, comprobaron cambios en los genes que regulan la susceptibilidad a las enfermedades infecciosas. «Vimos que los genes de reconocimiento de patrones, los que reconocen las bacterias infecciosas, se vieron afectados. Vimos que los genes de señalización de citoquinas, que ayudan al cuerpo a controlar la inflamación, sufrían un impacto. Es un doble golpe. Estas dietas perjudican a los genes del sistema inmunitario del huésped y crean un entorno en el que pueden proliferar las bacterias intestinales nocivas», ha indicado Sladek.
Las grasas tienen un efecto negativo en la flora intestinal
El trabajo previo del equipo con el aceite de soja documenta su relación con la obesidad y la diabetes, dos importantes factores de riesgo de Covid. Este trabajo muestra ahora que las tres dietas ricas en grasas aumentan la expresión de ACE2 y otras proteínas del huésped que son utilizadas por las espigas de Covid para entrar en el organismo.
Además, el equipo observó que la alimentación rica en grasas aumentaba las señales de células madre en el colon. «Se podría pensar que eso es bueno, pero en realidad pueden ser precursoras del cáncer«, afirma Sladek. En cuanto a los efectos sobre la expresión génica, el aceite de coco mostró el mayor número de cambios, seguido del aceite de soja no modificado. Las diferencias entre los dos aceites de soja sugieren que los ácidos grasos poliinsaturados del aceite de soja no modificado, principalmente el ácido linoleico, desempeñan un papel en la alteración de la expresión génica.
Los cambios negativos en el microbioma en este estudio fueron más pronunciados en los ratones alimentados con la dieta de aceite de soja. Esto no es sorprendente, ya que el mismo equipo de investigación documentó anteriormente otros efectos negativos para la salud del alto consumo de aceite de soja.
En 2015, el equipo descubrió que el aceite de soja induce obesidad, diabetes, resistencia a la insulina e hígado graso en ratones. En 2020, el equipo de investigadores demostró que el aceite también podía afectar a genes del cerebro relacionados con afecciones como el autismo, la enfermedad de Alzheimer, la ansiedad y la depresión.
En su trabajo actual también descubrieron que la expresión de varios genes neurotransmisores cambiaba con las dietas ricas en grasas, lo que refuerza la noción de un eje intestino-cerebro que puede verse afectado por la dieta.
Se necesitan hacer más estudios para determinar los efectos de las grasas en humanos
Los investigadores han señalado que estos resultados sólo se aplican al aceite de soja, y no a otros productos de soja, al tofu o a la soja en sí. «La soja tiene cosas muy buenas. Pero demasiado de ese aceite no es bueno para usted», ha informado el microbiólogo de la UCR Poonamjot Deol, que fue coprimer autor del estudio actual junto con el investigador postdoctoral de la UCR José Martínez-Lomeli.
Además, los estudios se realizaron con ratones, y los estudios con ratones no siempre se traducen en los mismos resultados en humanos. Sin embargo, los humanos y los ratones comparten el 97,5 por ciento de su ADN funcional. El aceite de soja es el más consumido en Estados Unidos y se utiliza cada vez más en otros países, como Brasil, China e India.
Según algunas estimaciones, los estadounidenses suelen obtener casi el 40 por ciento de sus calorías de la grasa, lo que refleja la alimentación de los ratones en este estudio. «Una parte de la grasa es necesaria en la dieta, quizá entre un 10 y un 15 por ciento. Sin embargo, la mayoría de la gente, al menos en este país, ingiere al menos el triple de la cantidad que necesita», afirma Deol.
Con información de Europa Press