Por Excélsior
La Prensa
La guerra en la Franja de Gaza provocó desolación ayer durante la celebración del Viernes Santo en Jerusalén.
Pocos peregrinos salieron a las calles para la procesión en la Ciudad Vieja, que según la tradición retoma el camino que recorrió Jesús antes de ser crucificado.
La seguridad se reforzó en los estrechos callejones de la Ciudad Vieja, sagrada para los judíos, los cristianos y los musulmanes, y situada en Jerusalén Este, ocupada y anexionada por Israel desde 1967.
Por las coincidencias del calendario pasaron también por las calles cientos de palestinos que realizan el ayuno del ramadán, el mes sagrado del Islam, y acudían a la oración del viernes en la mezquita de Al Aqsa.
Para algunos palestinos, llegar hasta la mezquita de Al Aqsa, el tercer lugar santo del Islam, fue sinónimo de obstáculos.
Linda Al Khatib explicó que el dispositivo de seguridad israelí fue un calvario.
Suele tardar cinco minutos para llegar al recinto desde su pueblo, situado a las afueras de Jerusalén.
Sin embargo, ayer este trámite se prolongó por más de 45 minutos.
Para quienes acudieron a Tierra Santa como turistas, la guerra afectó en sus planes como viajeros.
Es muy emocionante estar aquí en este Viernes Santo. Sentimos una profunda tristeza, probablemente más fuerte por lo que pasa en Gaza”, declaró el australiano John Timmons, quien afirma habérselo pensado dos veces antes de viajar a la Ciudad Santa.
En el mismo sentido, James Joseph, un estadunidense que reside en Jerusalén desde hace años, comparó la guerra en Gaza con el episodio evangélico de la Matanza de los Inocentes, en la que Herodes, rey de Judea, ordena la muerte de miles de bebés, según la tradición católica.
El sufrimiento de estos inocentes, en Gaza y en Israel, es trágico, pero no es vano”, declaró en la iglesia del Santo Sepulcro, donde según la tradición cristiana Jesús resucitó de entre los muertos.